_
_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | Séptima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Athletic ahonda su crisis

El Sevilla aprovecha una primera mitad primorosa para vencer a un rival despistado

San Mamés era un aula de examen para dos equipos deprimidos. El Athletic, sometido a una presión psicológica y deportiva, ponía a prueba su capacidad para levantarse en los momentos complicados, su habilidad para imponer la impronta del club por encima de los condicionantes de su pobre juego. El Sevilla, en pleno Centenario, lleno de dinero, con un fútbol escueto y plano, necesitaba un golpe de efecto que le levantase el ánimo. San Mamés examinaba, pues, a dos malos alumnos que, obviamente, respondieron al examen con un fútbol frenético. Uno obsesivo, el del Athletic, atolondrado y previsible (balones a la derecha y centros a Llorente) y el otro, el del Sevilla, fiel reflejo del mejor manual del contragolpe. Algo así como el corazón contra la cabeza. Y triunfo la cabeza. En ello tuvo que ver un futbolista singular, Jesús Navas, que es la mezcla perfecta de habilidad, velocidad y voluntad para convertir a un chico menudo y flaquito en un portento futbolístico. Tarantino, otro chico que busca un sitio en la alineación rojiblanca, lamentó profundamente que le tocara en suerte un futbolista de esas características y acabó expulsado. El resto de sus compañeros también sufrieron. Adriano, otra bala, hizo lo propio por su costado y entre Saviola y Kanouté (arte y cemento) desmoronaron a los centrales rojiblancos que nunca encontraron la manera de pararles.

ATHLETIC 0 - SEVILLA 1

Athletic: Aranzubia; Iraola, Lacruz, Prieto (Murillo, m. 52), Tarantino; Orbaiz, Gurpegui; Etxeberria, Tiko (Javi González, m. 84), Yeste (Guerrero, m. 69); y Llorente.

Sevilla: Palop; Alves, Ocio, Navarro, David (David, m. 69); Maresca, Martí; Navas, Saviola (Kepa, m. 74), Adriano (Alfaro, m. 87); y Kanouté.

Goles: 0-1. Pase de Saviola que despeja la defensa y Alves, a botepronto marca desde dentro del área..

Árbitro: Pino Zamorano. Expulsó a Tarantino, (m. 75) por doble amonestación, y mostró tarjetas amarillas a Etxeberria, David y Adriano.

Unos 35.000 espectadores en San Mamés. Al inicio del partido se rindió homenaje a los jugadores del GSI Bilbo de fútbol sala por su ascenso a la máxima categoría.

El Athletic andaba como siempre, sin saber que hacer, repitiendo una y otra vez la misma jugada y exasperando a la grada que pronto empezó a silbar. El Athletic se resumía en los buenos intentos de Etxeberria y en las llegadas tardías de Llorente, amarrado con artimañas por Navarro y desesperado por sus fallos en la boca de gol. Dos tuvo a metro de gol y ambas se le escaparon.

No era día para los killers. Ni de Kanouté, ni de Llorente. Era el día de la segunda línea y el brasileño Alves aprovechó su primer disparo a botepronto para batir a Aranzubia con la inestimable colaboración de Saviola que visto el misil se agachó a tiempo: salvó la cara y fue gol. Doble premio para un Sevilla que apelaba a la inteligencia, amparado en el criterio de Maresca y en la velocidad de sus línea de tres.

El Athletic es una duda permanente. No acaba de encontrar su patrón de juego, ni los futbolistas su lugar, ni el colectivo sus sistema. Es un equipo que juega a impulsos de corazón. A eso se apelaba ayer, vista la movida semana que había descontrolado al club. En tales circunstancias el Athletic suele ofrecer su mejor cara, se decía en los entornos más optimistas de la entidad. Cuanta mayor presión, mejor juega el Athletic, se repitió hasta la saciedad, obviando asuntos deportivos, ajenos a la adrenalina o la testosterona.

El problema del equipo rojiblanco es que no encuentra ni patrón, ni lider que le soporte. En cierto modo, la segunda mitad reflejó una parte del espíritu rojiblanco. A falta de fútbol, decidió apelar a la heróica, como tantas veces, y no le fue mal. Al menos acogotó a un Sevilla que, tras el gol, decidió convertirse en un equipo menor, humilde, incrédulo de sus posibilidades. El Sevilla se guareció en su área y decidió aguantar el temporal, olvidandose de lo que había sido su mejor arma, el contragolpe con el que podía haber sentenciado antes el partido.

Alves y Yeste pugnan por el balón en una jugada del partido.
Alves y Yeste pugnan por el balón en una jugada del partido.TXETXU BERRUEZO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_