Todo sobre ruedas

Por si no había suficientes evidencias de que los éxitos del deporte español se multiplican a toda pastilla, Dani Pedrosa, de 20 años, el piloto más joven de la historia en ganar un título mundial en 250cc, logró ayer su tercer galardón, el segundo en dicha categoría. Horas después, Fernando Alonso, de 24 años, el campeón más joven en la historia de la Fórmula 1, cerró su magistral temporada con una victoria en el Gran Premio de China.

La antorcha de Pedrosa, que corrió en Australia con un hueso roto, supone para el catalán su asalto previo al gran duelo previsto para el próximo curso con el italiano Valentino Rossi, el indiscutible rector de MotoGP. La séptima de Alonso le dio el título de constructores a Renault, el primer podio que consigue de forma individual la firma francesa. Anteriormente, había alcanzado la cima cuatro veces asociada a Williams y una a Benetton.

Alonso y Pedrosa tienen el nexo común de su juventud, lo que les augura un futuro ilimitado. El catalán ha tenido un ascenso meteórico en un deporte que tiene raíces en España desde hace tiempo. El asturiano ha destapado en la F-1 la espita que en su día Ángel Nieto abrió con las motos a sucesivas generaciones. Curiosamente, se trata de dos disciplinas en las que la financiación privada y la tecnología priman sobre cualquier otro aspecto, certidumbre de que en el deporte español ya no son precisos los quijotismos. Lejos quedan aquellos impagables llaneros que daban la vuelta al mundo con un hatillo al hombro, caso del propio Nieto, Manolo Santana, Seve Ballesteros y muchos otros.

Hoy, el paisaje español ya es otro: es capaz de alumbrar personajes que brillan por todo lo alto en deportes con aire cibernético. Pedrosa y Alonso, dos muchachos con un talento descomunal, son el mejor exponente.