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Reportaje:FÚTBOL | Fase de clasificación del Mundial de 2006

Holanda recupera su atractivo

Van Basten, sin experiencia en los banquillos, ha conseguido armar un equipo joven, sólido y ofensivo para volver a disputar un Mundial

Si la herencia histórica es uno de los factores determinantes para apuntalar la identidad de un equipo de fútbol y saber a qué quiere jugar, los holandeses pueden sentirse orgullosos de su selección. Orgullosos e ilusionados. El combinado naranja que acaba de clasificarse para el próximo Mundial (el último que disputó fue el de 1998) no traiciona los postulados que han dotado al fútbol holandés de una personalidad muy definida desde que Johan Cruyff revolucionara los cánones del juego liderando el espléndido Ajax y la maravillosa selección de los años 70. El optimismo tiene que ver con la gran capacidad de regeneración que ha mostrado un equipo que ahora posee buenas perspectivas de futuro y la autoestima reforzada. No hace muchos años, antes de convertirse en entrenador, Marco Van Basten dejó una categórica sentencia sobre la influencia que los dueños de los banquillos ejercen sobre el juego: "Admiro a gente como Cruyff o Sacchi, porque siete de cada diez entrenadores sólo sirven para empeorar el equipo en el que trabajan". No parece ser su caso.

"Siete de cada diez técnicos sólo sirven para empeorar a sus equipos", dice el seleccionador holandés

En el verano de 2004 asumió el cargo de seleccionador holandés sustituyendo a Dick Advocaat, que había alcanzado con Holanda las semifinales de la última Eurocopa pero ya no contaba con el respaldo general. Fue Johan Cruyff, cuyo parecer tiene estimación sagrada en su país, el que recomendó a Van Basten para el puesto. No importó que su trayectoria como técnico se redujera apenas a la dirección del equipo filial del Ajax. Los responsables de la federación buscaban una figura con ascendencia sobre un vestuario con fama de conflictivo, y para eso nada mejor que recurrir al más imponente delantero engendrado por el fútbol holandés desde los tiempos de la legendaria naranja mecánica.

Con 39 años, la figura de marco Van Basten es una referencia descomunal para cualquier jugador que le mire a los ojos. Más aun en el seno de su selección, cuya camiseta vistió en 58 ocasiones, marcando 24 goles y ganando la Eurocopa de 1988. El primer reto de Van Basten al frente del combinado holandés fue acometer un necesario relevo generacional. Veteranos como los hermanos De Boer, Overmars o Stam pidieron la jubilación voluntaria tras la Eurocopa de Portugal. El nuevo seleccionador apostó fuerte al llamar a 13 jugadores nuevos, jóvenes y que militaban en equipos de la liga holandesa en su primera convocatoria. Era una inequívoca señal de renovación y un nítido mensaje para los futbolistas más maduros que militaban en los mejores clubes europeos: nadie puede dormirse en los laureles. La liga holandesa quizás no sea la más competitiva del planeta, pero la académica y minuciosa formación que reciben los jugadores en las categorías inferiores de los clubes es un valor de regeneración fiable.

Con esa premisa y mucho poder de convicción Van Basten armó un equipo atractivo y eficaz que se mantiene invicto en los 15 partidos que ha disputado bajo su dirección. Sus jugadores dicen que dialoga mucho con ellos, que incide en los valores colectivos del juego sin caer en ataques de tacticismo y que exige un compromiso incondicional con la causa. El líder de la nueva Holanda es un seleccionador inteligente que ahora parece manejarse en el banquillo con soltura y elegancia, pero también con el carácter y la contundencia que le caracterizaban en su gloriosa carrera como jugador.

La selección holandesa ha certificado su acceso al Mundial con impecables estadísticas: 31 puntos en 11 partidos (le falta jugar con Macedonia), con 10 victorias y un empate, consiguiendo 27 goles y encajando sólo 3. En su juego destaca el carácter ambicioso para sentirse protagonista en cualquier escenario, siempre con el control de la pelota como primer requisito. Es un equipo que combina un notable vigor físico, con mucha velocidad y un elevado nivel técnico, con querencia a jugar con extremos, fiel a la escuela holandesa de toda la vida. Un conjunto con individualidades ofensivas desequilibrantes de la talla de Van Nistelrooy, Robben, Van der Vaart o Van Persie, y con una clase media repleta de jugadores con gran proyección como el lateral Kromkamp o los versátiles centrocampistas Sneijder y Landzaat. Van Basten tiene fe ciega en los jóvenes. Como ejemplo, hizo debutar en la selección a Hedwiges Maduro, un medio centro de 20 años con mucha velocidad y envergadura, cuando sólo sumaba 90 minutos de titularidad en el Ajax. O a Boulahrouz, un central que militaba en el modesto RKC Waalwijk y que tras la llamada del seleccionador fichó por el Hamburgo. Ahora el Bayern pide precio por él.

Pero también los veteranos tienen su espacio. Siempre que no rompan la convivencia colectiva. El caso deVan Nistelrooy explica cuál es el estado de las cosas: En un partido frente a Andorra, tras marcar un gol, protagonizó una celebración provocadora en la cara de un rival. A instancias de Van Basten pidió disculpas al jugador andorrano y a sus propios compañeros tras el partido. La pasada semana, en un entrenamiento, el delantero del Manchester se empleó con excesiva fogosidad en un lance del juego con el joven central Ron Vlaar. Van Basten le llamó al final de la sesión para explicarle seriamente que es importante controlar las emociones y tratar a los compañeros con respeto.

Toda Holanda cree en el atractivo proyecto de Van Basten. Esa fe la resumen las palabras de Ruud Gullit, su antiguo socio en el Milan y en el combinado nacional: "Con Van Basten al frente, la selección sólo puede mejorar".

Van Basten, en el República Checa-Holanda del pasado sábado.
Van Basten, en el República Checa-Holanda del pasado sábado.

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