_
_
_
_

Dos hipótesis rusas sobre una catástrofe ecológica

ACTUALMENTE EXISTEN dos teorías sobre la tragedia del mar de Aral. La primera ve sus causas en la irracional conducta humana en esa región y culpa al régimen soviético de haber aplicado una política destructora con el fin de obtener el algodón que necesitaba, ante todo, para fines militares, concretamente para la producción de explosivos. La segunda explica la sequía del Aral por los procesos geológicos que se desarrollan y considera al Caspio y al Aral componentes de un mismo sistema. Esta teoría se basa en el estudio de los cambios sufridos por el Aral en 7.000 años de historia y en las observaciones realizadas desde el espacio, que muestran las zonas por las que el agua migraba del Aral al Caspio.

Para cultivar el algodón se necesitaba mucha agua en una región desértica que carecía de ella. Ante esta realidad, el Gobierno de la URSS optó por construir 50.000 kilómetros de canales de regadío, que privaban del agua al mar de Aral. El resultado fue que, en los años de sequía, los ríos que vertían en el Aral ni siquiera llegaban al lago, sino que desaparecían en las arenas del desierto. Entonces surgió el plan monstruoso de reenviar parte del flujo de los ríos de Siberia Occidental al Asia Central, al Aral. Todavía existen algunos partidarios de este plan, al que se opusieron la mayoría de los científicos y lograron detenerlo. Se trata nada menos que de Islam Karímov, el presidente de Uzbekistán, que es apoyado en esta idea por el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.

Para Alexéi Yáblokov, líder del Partido de los Verdes de Rusia y fundador del Centro de Política Ecológica, la tragedia del Aral "no es una catástrofe natural, sino que fue provocada intencionadamente por el Gobierno soviético". Sucede, asegura, que la URSS planeaba secar el Aral con el fin de utilizar el lugar para campos de arroz. Por eso privaban conscientemente al mar de las aguas que se vertían en él. "Después se dieron cuenta del error, pero ya era demasiado tarde", señala.

Los partidarios de la segunda teoría han hecho mapas del Aral en diferentes periodos históricos que muestran la fluctuación de su tamaño. Así, en el año 1.500 antes de Cristo, por ejemplo, el Aral se había reducido a lo que es hoy, más o menos. Además de las observaciones espaciales sobre la migración de las aguas del Aral, recuerdan lo que sucedía con el Caspio en los años treinta del siglo pasado, cuando se estableció la disminución del nivel de las aguas de ese mar, que continuó hasta 1977. La caída del nivel en esos años alcanzó tres metros. El mar retrocedía en cientos de metros.

En aquellos años, la aplastante mayoría de los especialistas consideraba que la disminución de las aguas del Caspio era causada por la actividad del hombre: en el Volga, principal río que desemboca en el Caspio, se habían construido cinco gigantescos embalses con sus respectivas centrales eléctricas. Se pensaba que la evaporación del agua en los embalses había conducido a una reducción del flujo que llegaba al Caspio. El Gobierno decidió entonces cerrar el paso al agua que salía del Caspio al golfo de Karabogazgol, construyendo un dique. Sin embargo, el mar seguía retrocediendo. De pronto, en 1977 el nivel del mar comenzó a crecer dos veces más rápido de lo que había estado disminuyendo (de seis centímetros que bajaba al año comenzó a subir 13) y ahora ya está al mismo nivel que antes de los años treinta. Y aunque el dique está roto y el agua sale a lo que antes era un golfo y ahora es un lago, el nivel del Caspio sigue subiendo. Para los partidarios de esta teoría, el Caspio y el Aral se comportan como dos vasos comunicantes. Ahora el problema del Caspio es diametralmente opuesto al del Aral: amenaza con inundar cuatro ciudades y 109 localidades agrícolas en donde viven unas 200.000 personas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_