Reyes saca a España del agujero
Dos goles de Torres a pase del sevillano le dan a la selección un triunfo vital ante Bélgica
Reyes y Torres mantienen a España en la pista del Mundial. Dos acciones eléctricas acabaron con la pesadilla que comenzaba a vislumbrarse en Heysel, donde España naufragó en la primera parte. Es hora de revisar lo que no funciona, y es mucho. Algunos problemas son de difícil solución -un equipo ligero, con escasas condiciones para sostenerse en partidos fragorosos-, pero otros se pueden salvar. Durante toda la fase de clasificación, Luis ha elegido un sistema con extremos. Dos extremos que han fracasado: Vicente y, muy especialmente, Joaquín. El equipo merece un cambio de registro, diseñar alternativas y buscar allí donde España es más productiva: en la producción de centrocampistas.
BÉLGICA 0 - ESPAÑA 2
Bélgica: Proto; Vanden Borre (Deflande, m. 61), Van Buyten, Hoefkens, Deschacht; Buffel (Walasiak, m. 61), Simons, Vanderhaeghe, Goor; Emile Mpenza y Mbo Mpenza (Pieroni, m. 76).
España :Casillas; Salgado, Puyol, Marchena, Antonio López; Joaquín (Villa, m. 54), Albelda, Xavi, Vicente (Reyes, m. 54); Raúl y Torres (Baraja, m. 69).
Goles :0-1. M-56. Torres empalma a la red un gran centro de Reyes. 0-2. M. 59. Villa asiste a Reyes, éste se interna en el área y su centro lo aprovecha Torres para batir a Proto.
Árbitro :Lubos Míchel (Eslovaquia). Amonestó a Vanden Borre, Salgado, Albelda, Simons, Villa, Torres, Deschacht y Xavi.
Unos 40.000 espectadores en el estadio Rey Balduino de Bruselas.
Antes de que Torres pusiera las cosas en orden, casi todas las señales del declive del fútbol español se manifestaron en Bruselas. Tardó una eternidad en examinar a Proto, que respondió con una estirada sensacional al primer tiro de España, un derechazo de Albelda que puso fin al largo periodo de superioridad belga. Frente a un rival que atraviesa una crisis alarmante, España volvió a recordar el tipo de equipo que es: ligerito, sin jugadores capaces de establecer diferencias en las grandes competiciones, armado para jugar al ataque, pero con un rendimiento mediocre de los jugadores que determinan el sistema del equipo. Ahora que se habla tanto de los extremos, España juega con extremos. Se supone que para convertirlos en un arma decisiva, gente que desborda y pone el pase mortal. De lo contrario es un drama para los centrocampistas, que no ven la forma de apagar tantos fuegos a su alrededor. Luis ha decidido, como otros anteriormente, que alinear a Joaquín merece la pena. A costa de su mediocridad defensiva se esperan las cabalgadas por el costado derecho, su habilidad para desequilibrar, aunque sea mucho suponer. Para eso se juega con extremos, si no es mejor arbitrar otras fórmulas, que son cada vez más convenientes para la selección.
Algo debió intuir Luis, después de empecinarse tanto con Joaquín. Le cambió y también a Vicente, que no logró aprovechar una mina en forma de lateral derecho. Se midió con un chico de 17 años, un tal Vanden Borre que es un juvenil con todas las de ley. No está para partidos de este voltaje y además no recibe la ayuda que necesita. Reyes, que regresó después de algún tiempo en la nevera, sustituyó a Joaquín y no tardó ni un minuto en aprovechar la situación. Su primer pase produjo el primer gol español. El segundo pase anticipó el segundo tanto. Torres concretó las dos jugadas con el olfato que tantas veces se ha puesto en duda. Hizo lo que se espera de un buen delantero centro y ya está. Pero detrás había quedado un partido que, en muchos aspectos, invitó al pesimismo. Convertida en una potencia de tercera fila, a años luz de aquel equipo aburridísimo pero eficaz que hizo fortuna en los años ochenta, Bélgica aplastó a España en la primera media hora. Lo hizo sin otro equipaje que el vigor de sus jugadores y la clase de Buffel, un tirillas que hizo diabluras hasta que se le acabó el gas. Entre otras cosas, exigió de Casillas una estirada majestuosa que quizá cambió el signo del encuentro. La selección estaba superada en todos los aspectos del juego y se encontraba con el típico partido que detesta: áspero, sin tregua, sin la pelota.
Aunque se recuperó y venció con cierta comodidad, la primera parte dejó un mensaje doloroso: en un Mundial no habrá belgas en decadencia. Allí estarán Brasil, Argentina, Italia y un buen número de equipos que tienen todo lo de los belgas, pero multiplicado por diez. El equipo no permite pensar en grandes sueños, al menos con su configuración actual. En la primera parte, causó asombro la falta de respuesta al plan belga. España arrancó empequeñecida, sin ningún recurso para frenar a un adversario más simple que un cubo. El único con clase era Buffel, que parecía Pelé en medio de la colección de ardorosos colegas. Buffel se paseó entre las líneas españolas y estuvo a punto de tirar a España del Mundial. Hasta que llegó el remate de Albelda, la intervención de Proto y la evidencia de que el partido había cambiado.
A la fatiga belga se añadió un elemento crucial: los cambios que decidió Luis. Joaquín se fue al banco y nadie lo lamentó. Inédito durante todo el encuentro, su fracaso fue más visible por la eléctrica declaración de Reyes en su primera jugada: un pase desde el callejón del diez que remató Torres con precisión y mucho estilo. Reyes padece muchas de las carencias que manifiesta Joaquín, pero en Bruselas dio la impresión de jugador más hecho, quizá madurado en el intempestivo fútbol inglés. En la segunda acción, una internada que proclamó nuevamente la debilidad de Vanden Borre, le dejó un pase perfecto a Torres. Ya no hubo más. Bélgica no estaba para reacciones heroicas y España mantuvo la ventaja con un equipo que probablemente responde mejor a sus necesidades. Es una pena desaprovechar un fútbol que cuenta con muchos y buenos centrocampistas. Quizá sea el momento de revisar la fórmula de un sistema que privilegia a dos extremos que no han marcado la diferencia en toda la fase de clasificación. No es la respuesta a todos los problemas del equipo, pero por algo se empieza.
Golear a San Marino y esperar
España venció y se mantiene segunda, a dos puntos de Serbia y uno por delante de Bosnia. De este modo, al equipo de Luis Aragonés no le basta lograr el triunfo en San Marino el próximo miércoles para alcanzar el liderato, que da la clasificación directa. Debe esperar a que Serbia pierda en casa ante Bosnia. En caso de empate serbio y victoria española, ambos igualarían a 20 puntos.
El primer criterio de desempate se establece por los resultados entre ambos equipos. Ahí no se resolvería el problema, pues en ambos enfrentamientos se produjo empate (0-0 en Belgrado y 1-1 en Madrid) y en este apartado no se tienen en cuenta los goles en campo contrario. Así, habría que acudir a la diferencia general de goles, donde Serbia aventaja a España por cuatro tantos, +14 por +10. En ese caso, España se vería obligada a golear por cinco goles de diferencia a San Marino para ser primera. Si no lo conseguiese, el segundo puesto le haría jugar una repesca que le emparejaría, probablemente, con Noruega, Turquía, o Eslovaquia.
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