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Reportaje:

Las verdades del poema Gil de Biedma

Pep Munné y Sílvia Comes rinden homenaje a un escritor que convirtió su mala conciencia burguesa en crítica social

El actor Pep Munné sólo conversó en tres ocasiones con el recordado Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929-1990). Fueron suficientes para quedarse prendado de un "poeta que quería ser poema". Su fascinación se convirtió ayer en homenaje gracias al espectáculo Una noche con Jaime Gil de Biedma, recorrido sentimental por la biografía del autor de Albada. Munné -trajeado de blanco marfil y tocado con sombrero- se metió en la piel del gran trobador urbano recreando fragmentos de sus libros Las personas del verbo, Conversaciones con J.G.B. y Diario del artista en 1956. Le acompañó en escena Sílvia Comes, que interpretó varias joyas de la chanson -arrancó su recital con Las hojas muertas- versiones musicales de versos del homenajeado -como la melancólica Canción de Aniversario- y el fado Por uma lágrima tua.

"Nací en Barcelona en 1929 y aquí he residido casi siempre. Pasé los tres años de la Guerra Civil en Nava de la Asunción, un pueblo de la provincia de Segovia en donde mi familia posee una casa a la que siempre acabo por volver. La alternancia entre Cataluña y Castilla, es decir: entre la ciudad y el campo -o, para ser más exacto, entre la vida burguesa y la vie de chateau-, ha sido un factor importante en la formación de mi mitología personal". Estas palabras, recogidas en el libro de memorias Las personas del verbo (Seix Barral), fueron las elegidas por Munné para abrir una velada intimista y emocionante. Empezaba así un conciso desfile de las obsesiones del poeta. No podían faltar varias alusiones a su "mala conciencia burguesa", acicate que le llevó a practicar una poesía de marcado carácter social.

La escenografía del espectáculo era muy sobria: unos cuantos muebles de maderas nobles que evocaban el estudio del escritor. En un lugar destacado, una botella de whisky y una cubitera. En una pantalla se proyectó la imagen de un libro, cuyas páginas en blanco se iban pasando poco a poco para simbolizar el yugo del tiempo.

La naturaleza sensual de la que presumía Gil de Biedma, la ternura que sentía por los desamparados, sus reflexiones sobre la historia de España -"la más triste de todas las historias, porque acaba mal"- o la nostalgia por la juventud perdida fueron motivos recurrentes de la noche. Tampoco faltaron menciones a su homosexualidad. El poeta defendía que era necesario romper un tabú vergonzoso, pero consideraba que los guetos son siempre fecundamente literarios.

El espectáculo fue una de las actividades paralelas de la exposición sobre el poeta -cuando se cumplen 15 años de su muerte - que La Pedrera acogerá hasta el 23 de octubre.

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