Historias de tolerancia
Amsterdam, rastros antiguos y actuales de ciudad abierta
Amsterdam puede exhibir con orgullo el título de ciudad más liberal del mundo. La capital holandesa acepta la homosexualidad con total naturalidad; permite la compra y el consumo público de hachís, y entiende la prostitución como un negocio más. Su reconocida apertura mental beneficia también a los inmigrantes de otros países a los que ha ido acogiendo. La máxima: "Vive y deja vivir". A pesar de que este retrato idílico también tiene sus nubarrones (aunque escasas, las agresiones homófobas han aumentado; la promesa de drogas fáciles atrae a colgados de todo el continente; la prostitución sigue siendo marginal, y el encaje social de los extranjeros genera fuertes tensiones), Amsterdam continúa siendo un paraíso de tolerancia.
Refugio de Spinoza y Descartes, la integración en todas sus vertientes marca la trayectoria ciudadana. Una atmósfera librepensadora de la que se beneficiaron, entre otros, judíos, católicos y gays.
El respeto a los que piensan o viven de forma diferente hunde sus raíces en la historia de la ciudad. Amsterdam fue, desde el siglo XVI, refugio de perseguidos, disidentes religiosos y pensadores temerosos de las hogueras inquisitoriales. Los filósofos racionalistas Spinoza y Descartes vivieron aquí; la casa donde este último escribió su Tratado de las pasiones del alma, en 1634, es hoy la Maison Descartes, sede del Instituto Francés.
Con la implantación del protestantismo como religión oficial, los católicos se vieron obligados a practicar su culto con discreción. A pesar de la teórica prohibición, las autoridades locales dejaron vivir más o menos en paz a los que permanecieron fieles a Roma. Testimonio de aquella época de velada tolerancia son las llamadas iglesias ocultas, situadas en casas privadas o sótanos. Las más interesantes son la iglesia de Nuestro Señor en el Ático, hoy Museo Amstelkring, y la iglesia del Begijnhof, una comunidad en la que vivieron mujeres católicas piadosas hasta los años setenta y cuyo patio interior es un remanso de silencio.
La permisividad de los gobernantes atrajo también a judíos de toda Europa, cuyo papel fue decisivo en el esplendor de la ciudad en el siglo XVII. Por desgracia, poco queda de su presencia: la ocupación alemana en la II Guerra Mundial acabó con gran parte de la población judía, y su barrio, el Jodenbuurt, sufrió una remodelación que lo dejó irreconocible. Para el más interesado quedan el Museo de Historia Judía, que incluye la antigua sinagoga pública más antigua de Europa, o la Sinagoga Portuguesa, una de las más grandes del mundo. Y como escalofriante prueba del exterminio nazi, la casa de Anna Frank.
En los sesenta, Amsterdam volvió a convertirse en símbolo de libertad. Imaginativos movimientos radicales, como el de los provos, la pusieron en primera línea de los profundos cambios sociales y morales que sacudieron Occidente en aquella década. Desde entonces, la capital de Holanda fue meca de hippies, okupas y activistas de todo pelaje, que crearon un fértil tejido cultural alternativo que permanece hasta hoy. No es casualidad que la organización ecologista Greenpeace tenga su sede mundial en Amsterdam, en uno de los raros edificios art nouveau de la ciudad (Keizersgracht, 176).
Bien es cierto que buena parte del atractivo de Amsterdam residía -y reside- en la política holandesa respecto a las drogas blandas, cuya posesión se despenalizó en 1976. La venta de marihuana y hachís es legal en los coffee-shops. En general, tienden a ser un poco cutres y su público son los turistas; entre los más aceptables destacan Amnesia (Herengracht, 133) y Siberië (Brouwersgracht, 11).
Holanda también fue pionera en la despenalización de la homosexualidad (1811) y en la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo (2002). Amsterdam se enorgullece de ser la capital gay de Europa, y fue la primera ciudad en dedicar un monumento a los homosexuales perseguidos. El Homomonument (Westermarkt) está formado por tres triángulos, en recuerdo del símbolo que los nazis obligaban a llevar cosido en la ropa a los gays.
Gente guapa
Amsterdam no cuenta con un barrio gay propiamente dicho, quizá porque todo el centro de la ciudad es 100% gay-friendly. En justa correspondencia, los bares y cafés con público homosexual son casi siempre receptivos a los heterosexuales. La calle Reguliersdwarstraat y los alrededores de la Amsterdam Plein son las zonas más populares del ambiente. Si se quiere ver gente guapaes muy recomendable el Arc (Reguliersdwarsstraat, 44); si lo que se buscan son sensaciones más fuertes, el Cockring (Warmoesstraat, 96), en la parte vieja, es el antro más demandado. En contraste con la variada oferta masculina, los locales de lesbianas no abundan en la ciudad. Sappho (Vijzelstraat, 103) es la última incorporación. Habibi Ana (Lange Leidsedwarsstraat, 4-6) es, posiblemente, el único bar árabe abiertamente gay del mundo.
Si bien no llega a los grados de mestizaje de Londres o París, la ciudad de los canales alberga una considerable población llegada de antiguas colonias como Indonesia o Surinam, a la que se han sumado en los últimos tiempos gentes venidas de Turquía o Marruecos. El barrio emblemático de esta mezcla es el Pijp. Se trata de una zona sin especiales encantos arquitectónicos, pero cuya atmósfera cosmopolita y algo bohemia merece la visita. El paisaje urbano refleja la diversidad racial: aquí viven personas de 150 nacionalidades.
La multiculturalidad se refleja en la notable oferta de restaurantes étnicos de autenticidad garantizada. Buenas apuestas son el Eufraat (1e Van der Helststraat, 72), con sus recetas provenientes de la antigua Asiria, o el Warung Spang-Makandra (Gerard Doustraat, 39), que mezcla influencias de Surinam y la isla de Java. Fuera del Pijp son recomendables el Nam Kee (Zeedijk, 111), un chino tan barato como delicioso, y el Blue Pepper (Nassaukade, 366), un indonesio refinado.
GUÍA PRÁCTICA
Información- Prefijo telefónico: 00 31.- Turismo de Amsterdam (20 55 12 512; www.holland.com)Visitas- Maison Descartes (020 531 95 01; www.maisondescartes.com). Vijzelgracht, 2A.Lunes a viernes, de 10.00 a 19.00; sábados, hasta 17.00.- Museo Amstelkring (20 624 66 04; www.museumamstelkring.nl).De lunes a sábado, de 10.00 a 17.00; domingos, de 13.00 a 17.00. 7 euros.- Iglesia del Begijnhof (Beginjhof, 30). Lunes, de 13.00 a 18.00; martes a viernes, de 9.00 a18.30; sábados y domingos, de 9.00 a 18.00.- Museo de Historia Judía (20 531 03 10; www.jhm.nl). Nieuwe Amstelstraat, 1. De 11.00 a 17.00. 6,50 euros.- Sinagoga Portuguesa (Visserplein, 3). De 10.00 a 16.00. Cierra el sábado.- Casa de Anna Frank (www.annefrank.nl). Prinsengracht, 263. Diario, de 9.00 a 19.00. 7,50 euros.
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