Entre el éxito y la frustración
Raúl se convierte hoy en el segundo jugador más veces internacional
Raúl añadirá hoy un dato relevante a su gran palmarés. En Bruselas igualará a Hierro en el segundo puesto de internacionales españoles, con 89 partidos disputados. Sólo les aventaja Zubizarreta, que defendió la portería de la selección en 126 ocasiones. Con 28 años, el delantero del Madrid cosecha récords que no pueden pasar desapercibidos. Ha marcado 50 goles en la Liga de Campeones, el primero que alcanza esa cifra, y está al frente de los goleadores en el equipo nacional, con 42 tantos. Los números evitan cualquier duda en la trayectoria de Raúl, al que cuesta imaginar como un veterano. O como un juvenil. Fue precoz como pocos, pero nunca pareció un niño metido a futbolista. Era demasiado serio, demasiado conciso, demasiado letal. Era un profesional de nacimiento. Es ahora, cuando los números recuerdan su larga carrera, cuando a Raúl se le toma como un veterano. Pero hay algo que lo impide: era demasiado viejo para ser niño y es demasiado joven para ser un veterano. Fue escueto en sus declaraciones y restó valor a su ascenso al segundo lugar entre los internacionales españoles. "No servirá de nada, si no ganamos", manifestó. Al contrario que Luis, hizo un ejercicio de contención. Prefirió el análisis, se declaró optimista y no entró en cábalas. Alguien le preguntó por los puntos que puede perder Serbia. "No soy adivino", dijo. "España va a ganar los dos encuentros. Nuestro objetivo es asegurar la segunda plaza".
Raúl ha visto mucho mundo con el Madrid y con la selección. Debutó con 17 años en su club y con 19 (frente a la República Checa, 9-10-1996) en el equipo nacional. Desde entonces ha disputado cinco fases de clasificación para Mundiales y Eurocopas. Siempre se ha clasificado, pero nunca ha pasado de los cuartos en los grandes torneos. Para un futbolista decididamente ambicioso, y los números así lo demuestran, la selección se ha convertido en su asignatura pendiente. Ahora es el capitán de un equipo joven, con jugadores que seguramente no le recordarán épocas pasadas. Terminada la etapa de Zubizarreta, Hierro, Guardiola, Bakero, Luis Enrique y otros jugadores de poderosa personalidad, a Raúl le toca dirigir un equipo con un déficit de carácter.
Quizá a esa carencia se refiera Luis cuando habla con preocupación de la necesidad de ser competitivos. España es un equipo ligero en casi todos los aspectos: física y mentalmente. Es un equipo en perpetua transición. Y a Raúl le ha tocado capitanearlo en los últimos años, un desafío que le ha producido algunas satisfacciones -los récords que comienzan a amontonarse- y enormes frustraciones. Con esa evidencia se enfrenta a un partido que puede marcar su carrera. Un descalabro en Bruselas podría eliminar de Raúl cualquier sueño con la selección. Una victoria le permitiría soñar un poco más.
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