Los conservadores británicos cierran su congreso sin un líder claro
David Davis, hasta ayer por la mañana el claro favorito, dejó abierta la carrera por el liderazgo del Partido Conservador tras una intervención mediocre ante la militancia en el congreso del partido en Black-pool. La calurosa acogida que tuvieron la víspera los dos candidatos más centristas, Kenneth Clarke y David Cameron, contrastaron con los corteses aplausos otorgados ayer a Davis. Fiel a su fama de halcón, el favorito ciñó su programa a la seguridad ciudadana y a un nacionalismo a ultranza que siempre regala los oídos de la audiencia conservadora. "Me ha parecido más el discurso de un candidato a ministro del Interior que el de alguien que quiere liderar el partido", comentó un militante.
Si la militancia tuviera que formar un equipo para dirigir el partido a partir de las intervenciones oídas estos días quizás se inclinara por convertir a Davis en ministro del Interior en la sombra; a Kenneth Clarke, ministro del Tesoro; a Malcolm Rifkind le pondrían al frente del Foreign Office; a Liam Fox -que ayer propuso que se izara la Union Jack, la enseña británica, en las escuelas- le dejarían velar por la Sanidad o le harían ministro Contra Europa, y si fueran muy valientes otorgarían al joven David Cameron el liderazgo.
Tras escuchar a los cinco candidatos, la carrera parece más abierta que antes del congreso de Black-pool. David Davis parece tener suficientes apoyos para acceder a la gran final, a la votación en la que la militancia decidirá entre los dos candidatos que le presente el grupo parlamentario. Pero su intervención de ayer abre muchos interrogantes.
Escorado a la derecha
Los centristas seguirán negándole su apoyo al comprobar que se apoya en un programa muy escorado a la derecha, nacionalista y antieuropeo, casi gemelo al que llevó a la derrota electoral a los tories en 2001 y 2005. En su discurso de ayer citó a Margaret Thatcher, Winston Churchill y Ronald Reagan. "No soy conservador por nacimiento, sino por elección", dijo parafraseando a Tony Blair ("Soy laborista por elección", dijo una vez el primer ministro) y recordando sus orígenes humildes.
Desde la derecha del partido, la intervención de Davis plantea dudas sobre su capacidad oratoria, tan importante en un país en el que el primer ministro y el líder de la oposición se enfrentan cada semana en la arena parlamentaria. El mejor orador de los cinco es, a mucha distancia, el veterano Kenneth Clarke. Pero tanto su edad (tendría casi 70 años en la próxima campaña electoral) como su conocido europeísmo suponen un lastre en sus aspiraciones. David Cameron lanzó algunas andanadas a Europa en su intervención del martes. Gustó a muchos que no le conocían y aspira a convertirse en el Tony Blair de los tories. Pero está por ver que los tories quieran tener a un Tony Blair.
En el fondo, el desfile de candidatos ha tenido quizás un efecto contrario al que buscaba: lo que han de decidir los tories no es a quién quieren de líder, sino hacia dónde quieren que vaya el partido.
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