Precisiones a Trillo
En su libro de memorias, el señor Trillo se refiere a mi persona sin que haya contactado previamente conmigo para informarme de ello o para contrastarlo. Es por ello por lo que me veo obligado a precisar lo que sobre mí dice.
1. En el funeral por los militares fallecidos en el accidente del Yak-42, cuando el señor Trillo se acercó a saludar a mi familia, procedió de la misma forma en la que se dirigió al resto de las familias de las víctimas: es decir, encarándose a ellas. En concreto, la conversación que mantuvo con nosotros, fundamentalmente con mi mujer, se refería a las mentiras que los medios estaban diciendo
sobre el accidente. Y fue mi mujer quien contestó. Mi primera intención era no saludarle, debido a mi indignación por las circunstancias en las que mi hijo y 61 compañeros murieron en un accidente que desde un principio, y como después se ha confirmado, era evitable. Únicamente, cuando mi nuera me dijo: "José Luis, por tu hijo", fue cuando decidí saludarle militarmente. Por tanto, la conversación que el señor Trillo relata no se desarrolló como él describe, como tampoco me emplazó ese día para hablar en su despacho.
2. Sí, en cambio, accedió a recibirme en su despacho tras una carta que le dirigí solicitándole una entrevista, que, finalmente, tuvo lugar el 7 de julio de 2003. El señor Trillo olvida, entre otras cuestiones, que ni me dio el pésame por la muerte de mi hijo, pese a que yo sí que le trasladé el pésame por la reciente muerte de su padre. Y no menciona que, desde el primer momento, él quiso convencerme de que la responsabilidad no era suya.
Si ahora hago alusión a esta privada entrevista es porque en su libro él la menciona; eso sí, en unos términos que no se ajustan completamente a lo que sucedió. Sí es cierto que le entregué una carta de mi nuera que él leyó y se comprometió a contestar, sin valorar en ese momento que con ello iba a polemizar con las familias, como ahora se justifica. Todavía hoy en día me sigo preguntando qué pretendía con dicha entrevista, y sólo tengo una respuesta: convencerme para echar por tierra los intentos de creación de la asociación de familiares.
3. Dirigí al señor Trillo una nueva carta, que escribí cinco meses después de la tragedia. Dije antes, y lo mantengo ahora, que lo que provocó que escribiera dicha carta fue el hecho de que algunos familiares encontraron en el lugar del accidente en Turquía las placas de identificación de algunos de los militares fallecidos, cuando nos habían asegurado que habían podido identificarlos por dichas placas (30 de los cuerpos fueron identificados erróneamente). Además, durante esos cinco meses, esperé a que el señor Trillo cumpliera con lo que me prometió: que iba a averiguar la verdad de lo ocurrido, que se asumirían responsabilidades y que atendería a las familias. Como no fue así, le envié la segunda misiva y, como no tuve respuesta posterior por su parte, la remití a los medios de comunicación. Una vez publicada en dichos medios, sí tuve contestación, pero no suya, sino a través de una carta del JEME (Jefe del Estado Mayor del Ejército) y una llamada de su jefe de gabinete, ambas completamente desafortunadas.
4. Considero que estas erróneas y manipuladas alusiones a mi persona son buena muestra de la forma en la que el señor Trillo gestionó el accidente del Yak-42 y sus consecuencias. Y reitero la petición de depuración de responsabilidades que le solicité en dicha carta, porque le recuerdo que son las facultades las que se delegan y no las responsabilidades.
5. Me uno a la petición de la asociación de familiares para que todo lo que tenga que decir el señor Trillo sobre dicho accidente lo haga delante de un juez para que de una vez por todas se conozca la verdad, porque sólo en sus manos está que el calvario que estamos sufriendo se termine de una vez.
6. Creo que la obligación moral del señor Trillo debe pasar por contar los hechos tal y como sucedieron, por lo que, en lo que a mí respecta, le pediría una rectificación de lo publicado sobre mi persona.
7. Por último, le pido que deje de incrementar nuestro dolor con alusiones a esta tragedia. Tras más de dos años desde que ocurrió el accidente, empezábamos a recuperar nuestra vida normal, teniendo siempre presente, eso sí, el recuerdo de los nuestros. Pero vemos cómo una vez más nuestro dolor crece por sus continuas y desafortunadas declaraciones. Por favor, señor Trillo: déjenos en paz con nuestro dolor.
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