Trivializar el cante
Siempre que tenemos que escribir de José Mercé se nos plantea una duda considerable. Este hombre tiene una voz privilegiada, capaz de hacer un flamenco de primera calidad. Pero cuando empieza a cantar con el grupo, las trivialidades de sus últimos discos, entonces el panorama cambia por completo. ¿A qué carta nos quedamos?
Nos quedaremos a las dos cartas, que es lo que procede. En el primer caso, el del cante tradicional y de raíz, el cante flamenco de una vez por todas, que ocupó la primera parte de su recital, Mercé cantó tonás, malagueña, soleares, alegrías y fandangos, y luego al final ya las bulerías. Cantó bien, como acostumbra a hacerlo en estos casos.
Aunque si extremáramos el juicio quizá habría que decirle al cantaor que su voz está perdiendo puntos, que ya no es la que era. Y es que los buenos cantaores, cuando comienzan a cantar otras cosas más triviales, la voz se les resiente, pierde aptitudes y acaba vulgarizándose, que me temo es lo que le está ocurriendo a Mercé. Es un fenómeno sutil, que se realiza muy lentamente pero que está ahí quieras que no.
Confí de fuá
Cante: José Mercé. Guitarra: Moraíto Chico. Bajo: Manuel Nieto. Percusión: Luis Carrasco. Teclado: Alberto Miras. Coros: Marcelino Fernández, Desirée Soto, O'Hara Soto. Teatro Español. Madrid, 2 de octubre.
En la segunda parte cantó cosas de su disco Confí de fuá, y otros grandes éxitos de los anteriores. A ritmo casi discotequero y con todos los decibelios del mundo, pidiendo la colaboración del público en algunos temas (Al alba, Aire). Dejando a un lado las cosas que el cantaor dijo para presentar los temas, es obvio que el público responde siempre con entusiasmo y dedicación. El cantaor vive sus momentos de gloria, y se entrega al cante con un entusiasmo ejemplar.
En esta parte cantó éxitos seguros por descontado. Los temas que seleccionó de esos dos o tres discos suyos más recientes, son triunfos seguros en su quehacer habitual. Canta confiado, aligerando los temas hasta el límite, pidiendo al público que coree con él lo que oye. El teatro se convierte entonces en una discoteca pura y dura, en la que triunfa un cante que en ningún caso debiera estar ahí.
Pero estas cosas son así, y José Mercé sabe bien que su triunfo está en esos temas baratos y más o menos intrascendentes. Por lo que nos tememos que seguirá haciendo esta suerte de temas mientras el público le secunde entusiásticamente, como fue el caso de este recital.
Terminó con fiesta, otra vez en el cante por derecho y sin concesiones. Y el teatro fue una pura fiesta, bien acordada entre cantaor y audiencia. Fue quizá lo mejor de la noche, pues los ánimos estaban festivos y nadie iba a desentonar. Todos los que participaban en el espectáculo unieron sus palmas en las bulerías de Jerez, palo que concitó todos los elementos para que se terminase en una fiesta por bulerías gloriosa.
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