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Reportaje:PERSONAJE

Una campeona de raza

En un fin de semana redondo, Laia Sanz se confirma como la mejor piloto de trial al sumar su sexto título mundial y su cuarto europeo

Nadie contó a Laia Sanz (Corbella de Llobregat, Barcelona; 1985), cuando con tan sólo cuatro años se subió por primera vez a una moto, que la gasolina y las dos ruedas forman una combinación explosiva que suele enganchar. No se lo dijo su padre, Jesús, que, como ingeniero, sabía un rato del asunto, ni tampoco su hermano, Joan, que, aún niño, era quien prestaba la motocicleta a la enana. Ella, simplemente, la cogió por banda y, como quien no quiere la cosa, le tomó gustillo y empezó a competir. Quince años después, a Laia la moto ya no se la deja su hermano, sino el equipo Repsol-Montesa HRC para que exhiba al mundo sus dotes para el trial. Como lo ha hecho este fin de semana pasado, en Italia, donde ha sumado su sexto título mundial consecutivo y su cuarto europeo para coronarse como la reina indiscutible de este deporte entre las damas. "Me siento muy feliz por este título y por la forma como lo he logrado", dice Laia, que ha terminado las dos pruebas del Mundial sin punto alguno de penalización.

Pero Laia no es sólo la reina entre las chicas. Obligada a competir con niños desde pequeña por la inexistencia de pruebas femeninas, la piloto española nunca ha dejado de medir su pericia y su equilibrio con el género opuesto. "Para mí, es algo normal porque siempre he seguido la misma evolución que los muchachos", cuenta Laia, que también es la única mujer que compite entre hombres en el Campeonato de España sénior B y en la Copa del Mundo júnior, en la que este año ha subido un peldaño y se ha encaramado a la cuarta posición. "Tres podios en el Mundial júnior compitiendo contra los chicos y la cuarta posición en la clasificación final no son tarea fácil y, sin embargo, los logré. Y ahí es donde debo seguir yendo a más", apunta, exigente consigo misma, la catalana.

Su experiencia en esto de medirse a sus compañeros masculinos es larga. Lo hizo por vez primera en 1992, en su primera competición, y desde entonces ha sido siempre la única mujer que lucha con los hombres por el podio. En 1997, en el Campeonato de Cataluña juvenil de 80cc, los superó a todos por primera vez y en 2000 volvió a imponerse en el Campeonato de España cadete. Pese a que se encuentra ya entre los mejores, el podio, esa tarima que tantas veces ha pisado cuando compite entre chicas, se le resiste desde que, en 2003, se adentró en el mundo de los séniors B nacionales.

¿Pero existe tanta diferencia? "Hay diferencia con los dos o tres que despuntan", dice, "pero con los demás no". Su trayectoria y su seguridad al hablar invitan a pensar que no tardará demasiado en encaramarse a lo más alto. "Cuando corro con los chicos", explica Laia, "todo me resulta más fácil. No tengo tanta presión porque, normalmente, no voy a ganar, sino a hacerlo lo mejor posible".

Entre las mujeres, la cosa cambia. Siendo la reina, la gran campeona, Laia no está dispuesta a permitirse ni un solo fallo. "Con chicas, el objetivo siempre es ganar y, aunque las zonas son más fáciles, tengo más presión porque no puedo fallar", argumenta la barcelonesa, entrenada ahora por Lluis Gallach. Sabe que la alemana Iris Krämer está siempre al acecho -segunda en el Mundial, se ha quedado a seis puntos de ella- y que francesas y las japonesas han mejorado mucho su nivel. "Por suerte, el trial también está creciendo entre las chicas", apunta Laia pese a que en España sólo Carla Calderé se ha atrevido a seguir su labor pionera y medirse también con chicos.

Y no es de extrañar. Competir en ambas categorías supone estar dispuesto a adentrarse en una vorágine. Desde que comienza la competición, Laia sólo goza de una semana libre en invierno y otra en verano. "No me importa", asegura; "al menos, yo puedo vivir de esto". A cambio de mucho trabajo y unas cuantas renuncias -sólo ahora, y gracias a las facilidades que le ofrece el CAR de Sant Cugat a través de un programa a distancia, ha retomado sus estudios de primero de bachillerato-, es una de las pocas pilotos que puede presumir de contar con varios patrocinadores y de compartir equipo nada menos que con su ídolo y heptacampeón mundial al aire libre, el británico Dougie Lampkin. "En realidad, competir con chicos y chicas me ha favorecido en este sentido porque siempre despierta más curiosidad", reconoce. Y, a la espera de poder medirse algún día con Lampkin -eso sucedería en un par de años, cuando cumpla los 21 y tenga acceso al Mundial absoluto-, Laia acumula victorias y títulos al más puro estilo Jordi Tarrés.

Laia Sanz.
Laia Sanz.

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