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Crónica:FÚTBOL | Segunda jornada de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pura pasión en Anfield

El Liverpool impone un gran ritmo y acorrala al Chelsea, pero le fallan sus delanteros

Para variar, el Chelsea se sintió sobrepasado. Incapaz de imponer ese fútbol a macharmartillo por el que está invicto en lo que va de temporada. Lo evitó el Liverpool, en otro ejercicio de máxima intensidad al que, sin embargo, le faltó el gol, con evidentes carencias en su delantera. Crouch no parece atacante para el campeón de Europa por mucho que se empeñe Benítez. En cambio, no se le puede pedir más a su defensa, empezando por un impecable Reina, ni a su centro del campo, que superó a del Chelsea a pesar de su espectacular nómina de jugadores: Essien, Makelele y Lampard. Xabi Alonso fue mucho más protagonista que todos ellos.

Al contrario que en las semifinales de la pasada edición, en las que el Chelsea abrumó al Liverpool pese al resultado, esta vez sucedió casi lo contrario. Auspiciado por la mística de Anfield y, por supuesto, por su reciente quinta Copa de Europa, el cuadro de Benítez miró de frente al de Mourinho, impuso un ritmo altísimo, actuó casi todo el encuentro en campo contrario y puso el marcador en el alambre.

LIVERPOOL 0 - CHELSEA 0

Liverpool: Reina; Finnan, Carragher, Hypia, Traore; Hamann, Xabi Alonso; Cissé (Sinama-Pongolle, m. 77), Gerard, Luis García y Crouch.

Chelsea: Cech; Ferreira, Terry, Carvalho, Gallas; Makelele, Essien, Lampard; Duff (Crespo, m. 74), Drogba (Huth, m. 90) y Robben (Wright Philips, m. 65).

Árbitro: De Santis (italiano). Amonestó a Xabi Alonso, Makelele, Robben, Lampard y Terry.

Unos 45.000 espectadores en el estadio de Anfield.

El Chelsea sufrió muchísimo. En parte por culpa del larguirucho Crouch, que tenía una misión de Benítez y la cumplió: imponerse por arriba a los centrales de Mourinho, Terry y Carvalho, que no son dos pinos precisamente. Claro que a Crouch le falta velocidad y, por lo tanto, se trata de un delantero a medio cocer que juega más hacia atrás que hacia adelante. Tampoco le acompañaron Luis García, más voluntarioso que eficaz, ni Cissé, exiliado a la banda derecha por Benítez. Y enojado por eso. No mejoró el francés cuando cambió de lado, permutó con García, y ocupó el extremo izquierdo.

La defensa de Benítez siguió por el mismo camino que transitó la pasada campaña: el de la máxima concentración y efectividad, mejorada si cabe por la presencia tranquilizadora del meta español Reina. Salvo en un córner que se tragó, Reina dio una sensación de estar muy cómodo ante este reto colosal. De no venirle grande tan maravilloso escenario. Al contrario. Al trallazo de Robben, que le había roto la cintura a Hypia, respondió con una mano milagrosa.

También el centro del campo estuvo escorado hacia la orilla de Mersey. Bien escoltado por Hamann, Xabi Alonso no se arredró ante esos cortadores de césped llamados Makelele y Essien. Dos bloques de hierro que fueron ayer doblegados. Alonso empezó muy retrasado, pero avanzó tras el descanso y el balón cayó en sus pies como si lo hubiese imantado.

Gallas dio un clarísimo manotazo al balón dentro del área tras un cabezazo de Carragher, pero el árbitro fue el único en todo el estadio que no lo vio. En la primera parte ya hubo un penalti sobre Hypia que tampoco percibió el árbitro. Y a la memoria voló aquel gol de Luis García que no entró y que le dio la clasificación para la final al equipo de Benítez.

El Liverpool intensificó entonces su presión, acogotó al Chelsea y Lampard expresó su impotencia con una entrada al tobillo de Cissé. Robben se marchó a la ducha con una actuación muy discreta y entró el rapidísimo Wright-Philips para tratar de recuperar el aire. Sin conseguirlo. Tampoco Crespo, que entró por el inadvertido Duff. Ninguna de las figuras azules invirtió la tendencia de un choque en el que, para variar, mandó el Liverpool y sobrevivió el Chelsea.

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