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Fomento niega que el túnel bajo la calle de la Montera suponga riesgo para los vecinos

El coordinador de Infraestructuras del Ayuntamiento alertó de la proximidad de las casas

Vicente G. Olaya

El Ministerio de Fomento está inyectando cemento líquido bajo la Puerta del Sol para solidificar el terreno entre los cimientos de los edificios y el techo del nuevo túnel de la risa. Asegura que con esa medida está "garantizada" la seguridad de las viviendas. Así lo explicó ayer un portavoz gubernamental, en respuesta a la publicación de una carta que el catedrático de ingeniería Manuel Melis -coordinador general de Infraestructuras del Ayuntamiento y responsable de la mayor ampliación de Metro- envió a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, el pasado febrero. En ella alertaba sobre el "riesgo" de hundimiento de una decena de edificios de Sol cuyos cimientos están a menos de 15 metros del túnel.

El segundo túnel de la risa, que Fomento construye desde hace un año, unirá la estación de Atocha y la de Chamartín a través de un servicio de cercanías que tendrá dos nuevas paradas: una macroestación en la Puerta del Sol y otra menor en Alonso Martínez. Las alertas del ingeniero Manuel Melis se refieren a esa gran estación, que estará ubicada bajo la calle de la Montera: allí, el techo del túnel pasa a menos de 15 metros de los cimientos de nueve edificios: cuatro en Montera, tres en el inicio de Alcalá y uno en Jardines. El suelo de uno de esos inmuebles está a sólo 6,70 metros del túnel.

El coordinador general de Infraestructuras del Ayuntamiento -responsable de la ampliación del metro durante el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón en la Comunidad, y responsable ahora de las obras que acomete el alcalde en la ciudad- envió una carta a la ministra el pasado 21 de febrero, tal y como informaba ayer el diario La Razón. En esa misiva recordaba que los edificios afectados de la calle de la Montera "son muy antiguos y están en zona muy poblada", y recomendaba construir la estación a mayor profundidad, "a unos 20 metros".

"Creo que hay riesgo. No aseguro a V. E. que vaya a colapsar el edificio, pero digo que hay riesgo de ello y que jamás debe trabajarse con riesgo cuando hay casas y personas arriba", subrayaba Melis, que ya había advertido de lo mismo a Fomento en otra carta de julio de 2004.

La ministra Magdalena Álvarez no respondió a esta carta, pero encargó en abril a un ingeniero un informe sobre la seguridad de la obra. Poco antes, en marzo, los operarios empezaron a realizar inyecciones de lechada (cemento líquido) en el terreno que separa el túnel de los edificios, para darle consistencia y asegurar que no se producen movimientos de tierras bajo las casas.

Informe

El autor del informe encargado por Fomento, César Sagaseta Millán, es catedrático de Ingeniería del Terreno en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Cantabria. Su conclusión es que las medidas tomadas por el ministerio para estabilizar el suelo son "adecuadas y suficientes". Un portavoz de Fomento aseguró ayer que esas inyecciones de lechada, aunque comenzaron a realizarse justo a raíz de la carta de Manuel Melis, "ya estaban programadas en el proyecto".

"Los movimientos esperados por la deformación del terreno debida a la excavación de la caverna [el túnel] serán pequeños", afirma Sagaseta. Con la condición, eso sí, de que se realicen, con el "máximo cuidado", las "imprescindibles" inyecciones de cemento, las que Fomento realiza desde marzo.

El ingeniero de la Universidad de Cantabria sólo critica del método de construcción "su lentitud y coste". La obra, cuya inauguración está prevista para 2007, costará 320 millones (80 millones sólo en el tramo de Sol).

Según el ministerio, este informe demuestra que el proyecto es "totalmente seguro" y que no hay "ningún riesgo" para los edificios. "Podría haberse hecho el túnel más profundo, sí, pero en esa zona del subsuelo hay un acuífero. Además, la estación estaría tan profunda que los usuarios de cercanías tendrían que estar subiendo y bajando la altura equivalente a un edificio de 14 plantas", indicó el portavoz.

Manuel Melis reiteró ayer que, a su juicio, la estación debería haberse excavado a 20 metros de profundidad, porque "en zonas tan pobladas cualquier problema puede desembocar en algo serio". Pero confió en que, "si se consolida bien el terreno con las inyecciones de lechada, será seguro". Melis subrayó que escribió a la ministra desde su condición de catedrático y no como cargo de la Concejalía de Urbanismo.

El precedente de Guzmán el Bueno

El 28 de abril de 1998, 14 familias tuvieron que ser desalojadas de sus viviendas de madrugada tras producirse un movimiento de tierras y una fuga de agua bajo los cimientos del edificio en el que vivían, en el número 66 de la avenida de la Reina Victoria. En ese punto se estaba construyendo la estación de metro de Guzmán el Bueno, dentro de las obras de ampliación de la red acometida por el entonces presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón.

De las 72 estaciones de metro que construyó la Consejería de Urbanismo durante el gobierno de Ruiz-Gallardón, sólo ésta se hizo por el método de "caverna", es decir, desde el subsuelo. El resto se realizó "a cielo abierto", excavando desde la superficie.

"El método en caverna es siempre más peligroso. Por eso es conveniente construir las estaciones a mucha profundidad, para que, si hay cualquier problema con las conducciones de luz, agua o gas que hay por el subsuelo, no provoquen un movimiento del terreno que afecte a los cimientos de los edificios", explican expertos consultados.

La estación de Guzmán el Bueno se construyó a 20 metros de profundidad y, aun así, la rotura de una cañería provocó un socavón que hizo temer a los técnicos de Urbanismo por la seguridad del edificio desalojado y de la adyacente clínica Loreto.

Al día siguiente, la Consejería de Urbanismo procedió a inyectar hormigón en el subsuelo para cimentar la zona afectada, lo mismo que ahora está haciendo el Ministerio de Fomento para asegurar el terreno que hay entre el techo del túnel de la Puerta del Sol y las viviendas.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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