Savalli, una fiesta
Medhy Savalli cayó como del cielo en Algemesí. Novilleros de este corte son los reyes del mambo en esta plaza. Savalli se presentó con la lección bien aprendida y sentó sus efectos desde el principio. Al dócil segundo se lo comió literalmente en banderillas. Cuatro pares, cuatro terremotos en los tendidos. Un par al cuarteo, otro al violín, un tercero al quiebro y el de propina de nuevo al estilo musical. La plaza, en ebullición. Bueno ese novillo, aunque justo de fuerzas, le sirvió a Savalli para mantener su idilio con la gente. Un pase cambiado para empezar y, luego, un rosario continuo de efectismos. Entre tanta pantalla, el novillo se tragó un par de buenos naturales. Pero la faena tenía otro camino y Savalli, en comunión permanente con el tendido, ofreció un repertorio vistoso, alegre y popular.
Domínguez / Martín; Picazo, Savalli
Novillos de María Luisa Domínguez, nobles y flojos. Martín Burgos, rejoneador: oreja. Gabriel Picazo: oreja y vuelta. Medhy Savalli: dos orejas y vuelta. Plaza de Algemesí, 27 de septiembre. Cuarta de feria. Lleno.
El último de la tarde parecía tener mayor entidad, hasta que acudió al caballo y se derrumbó bajo el peto. Menos afortunado en banderillas, Savalli tropezó con la debilidad del novillo. Pero la fiesta no se esfumó y Savalli sacó provecho.
Los dos novillos de Gabriel Picazo se sostenían con pinzas. El primero algo rebrincado, también dócil, fue todo un cómplice para Picazo. Entre el buen gusto y la estética, se dirimió una faena emborronada con un feo bajonazo. Su segundo tuvo menos fuerza. Otra vez estético, Picazo solventó con oficio el trance.
Martín Burgos comenzó con serios apuros en su actuación. Salvados los primeros momentos, su labor creció en banderillas.
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