Giro en Polonia
Las elecciones generales polacas, las primeras desde la entrada del país hace un año en la Unión Europea, han significado el amplio triunfo del bloque de derechas nacido de los restos del sindicato Solidaridad, el descalabro de la alianza gobernante de izquierdas (SLD, ex comunistas), ahogada en sus propios escándalos de corrupción, y un fuerte revés de los grupos populistas que en su momento cuestionaron la oportunidad de ingresar en Europa. La holgada victoria de la coalición formada por los conservadores de Ley y Justicia (PiS) y los liberales de la Plataforma Cívica (PO) no anticipa, sin embargo, que sea fácil la formación de Gobierno dadas las divisiones de programa. El PiS, que con un 26,8% ha sido el partido más votado, es más nacionalista y proteccionista, mientras que el PO (24,3%) defiende un modelo neoliberal y la introducción de un tipo único impositivo que beneficiaría a las clases más ricas. Ninguno de los dos se distingue por una euforia europeísta y, por tanto, menos aún por convocar un referéndum sobre la Constitución europea como pensaba el SLD.
La escasa participación (40%), todo un hito negativo en los apenas tres lustros de democracia del país, muestra ante todo el hartazgo ciudadano por los políticos en general y por el SLD en particular, al que hay que reconocerle el mérito de haber conducido mejor de lo previsto el referéndum de adhesión en la UE, pero que ha sido incapaz de frenar las corrupción y de reducir el alto desempleo (18%) durante estos últimos cuatro años. Habrá que aguardar ahora lo que deparen dentro de dos semanas las elecciones presidenciales para saber quién será el primer ministro y cuál será el papel de los gemelos Jaroslaw y Lech Kaczynski. El primero, líder del PiS, aspira a formar Gobierno; el segundo, alcalde de Varsovia, es candidato a la jefatura del Estado.
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