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Berlín acoge la 'Butterfly' de Bieito con aplausos y abucheos

El turismo sexual protagoniza su versión de la ópera de Puccini

El director de escena Calixto Bieito recibió el domingo en Berlín más aplausos que abucheos tras el estreno de su versión de la ópera Madame Butterfly, de Puccini. La Komische Oper acogió el estreno, como ya hizo el año pasado con su adaptación de El rapto del serrallo, de Mozart, que fue más contestada que en esta ocasión. El director hace de su Butterfly una tragedia sobre el turismo sexual y el consumo.

Calixto Bieito arrancó la ópera de Puccini como si fuera un musical. La ciudad japonesa Nagasaki es un paraíso para el turista sexual bañado en colores rosa, azul y verde. Creado por Alfons Flores, ofrece al turista occidental un mundo de palmeras, baños de espuma en una gigantesca concha, masajes de la encantadora sirvienta-prostituta Suzuki y muchas otras posibilidades de diversión. En este paraíso artificial, según explicó Bieito el día anterior al estreno, "se puede comprar sexo con un poco de amor". A este mundo llega el protagonista, Benjamin Franklin Pinkerton (Marc Heller). Se compra una novia, Cho Cho San (Juliette Lee), se casa con ella,vuelve solo a Estados Unidos y la japonesa se queda esperando su regreso con un hijo. Termina la historia en una tragedia sangrienta. Mientras que el primer acto, en el que hubo actos sexuales explícitos, aburrió, los siguientes aumentaron poco a poco el suspense hasta llegar al final.

Para quienes esperaban al mismo Bieito que conmocionó a los alemanes en 2004 con su versión de El secuestro del serrallo, de Mozart, Madame Butterfly fue una sorpresa.

Esta vez, Bieito siguió la música y el desarrollo dramático de la historia sin desparramar un balde de sangre sobre el escenario. No recurrió a la repetición y acumulación de actos violentos para describir los abismos de la sociedad. Bieito estudió bien los caracteres de la historia que le ofrecieron contar y dedujo que lo que hoy interesa de aquella historia de un amor no correspondido entre un occidental y una geisha es la confrontación entre el mundo occidental y el oriental, y la explotación de regiones más pobres por otras más ricas.

Para Bieito, es incomprensible que sus interpretaciones se definan como "escandalosas". Considera que "el turismo sexual es uno de los negocios más importantes del mundo. Esto es la realidad, y, sin duda, es asqueroso. Yo no".

Las figuras femeninas del mundo de Bieito son prostitutas y esclavas modernas, las masculinas son opresores y violentos, y la sociedad es un tejido hostil sin estructura ni salida. Si no fuera porque en Madame Butterfly Cho Cho San termina matando a su propia hija, las mujeres serían siempre víctimas a los ojos de Bieito. Resulta que nadie es inocente en esta sociedad.

La intención del director teatral de abrir la ópera clásica a un nuevo público transformando sus historias en espejo de la sociedad viva caló este fin de semana en Berlín, donde se habló más de la calidad artística, de la interpretación musical y de la relación entre la composición y la dirección teatral. Ello concuerda con el objetivo de Bieito: "Despertar emociones" y no confundir al público, "al igual que lo hace una buena película o un cuadro de Goya".

Juliette Lee y Marc Heller, en <i>Madame Butterfly.</i>
Juliette Lee y Marc Heller, en Madame Butterfly.PATRICIA SEVILLA CIORDIA

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