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Reportaje:FÓRMULA 1 | Un español, el campeón más joven de la historia

"Un poco golfo, pero simpatiquísimo"

Flavio Briatore, un chaval de pueblo ambicioso, seductor, sin escrúpulos y con olfato para los negocios

Enric González

Flavio Briatore ha ganado ya tres campeonatos mundiales de Fórmula 1, se codea con supermodelos -en 2004 tuvo una hija con la alemana Heidi Klum- y con políticos retirados, como José María Aznar, y vive una vida de multimillonario gracias, se supone, a sus comisiones como intermediario. Sus empresas van mal, pero él va muy bien. Su biografía, abundante en episodios oscuros y en resurrecciones milagrosas, es la de un chaval de pueblo ambicioso, seductor, carente de escrúpulos y con un formidable olfato para los negocios rápidos.

Nació en Verzuolo (Piamonte, Italia) el 12 de abril de 1950, hijo de maestros, y se graduó como aparejador sin la menor intención de dedicarse a eso. Il Tribula, como le llamaban en Verzuolo, estableció contactos con la alta sociedad local desde muy joven gracias a su simpatía como instructor de tenis y de esquí y a los 25 años era ya el hombre de confianza de Attilio Dutto, propietario de la fábrica de pinturas Paramatti. Alguien colocó en 1979 una bomba en el automóvil de Dutto y el empresario saltó por los aires. Nunca se supo quién cometió el asesinato que dejó Paramatti en manos de Briatore.

Sus empresas están en pérdidas. Pero su olfato sigue siendo óptimo: descubrió a Schumacher y ha descubierto a Alonso
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El joven se trasladó a Milán, donde se ganó también la confianza del conde Achille Caproni, heredero de una familia dedicada a la aeronáutica. Caproni compró Paramatti y cedió a Briatore la gestión del holding familiar, la Compañía General Industrial (CGI). Paramatti y CGI quebraron con rapidez. Para entonces, Briatore tenía su primera novia famosa, la cantante Iva Zanicchi, y se hacía pasar por productor discográfico.

En realidad, mientras especulaba en la bolsa milanesa y se cocía la ruina de los Caproni, Briatore trabajaba como gancho de unos famosos y falsos aristócratas que organizaban grandes partidas de póker y necesitaban millonarios pardillos a los que desplumar. El grupo de los naipes estaba relacionado con la Mafia y el asunto acabó en los tribunales. Briatore fue sometido a dos juicios: en Milán resultó condenado a tres años de cárcel; en la vecina Bergamo, a un año y seis meses. Il Tribula huyó a las Islas Vírgenes y, más tarde, las dos condenas fueron canceladas gracias a una oportuna amnistía.

En Milán, Briatore había conocido a Luciano Benetton. Cuando los Benetton decidieron abrir sus primeras franquicias en Estados Unidos, pensaron en Briatore. "Es un poco golfo, pero es simpatiquísimo", solía decir Luciano. En los 80, Briatore abrió más de 800 tiendas de ropa en el mercado estadounidense e hizo que los Benetton ganaran fortunas de las que él se quedaba con un buen porcentaje. Il Tribula compró un fastuoso apartamento en Nueva York, una casa en el Knightsbridge londinense, un ático en París, una villa de vacaciones en Kenia llamada Lion in the Sun, reconvertida en un hotel de lujo, y un yate de 43 metros, el Lady in blue.

Los Benetton entraron en 1986 en la Fórmula 1 con una escudería propia que no acababa de despegar. En 1989 entregaron las riendas a Briatore, quien en 1991 se convenció de que un joven piloto alemán del equipo Jordan llamado Michael Schumacher, tenía un gran futuro. Se llevó a Schumacher a Benetton y con él ganó dos campeonatos del mundo, los de 1994 y 1995.

Entre tanto, Briatore compraba y vendía empresas, como la fábrica de zapatos Kicker's y la escudería Ligier, y explotaba sus relaciones y su extraordinaria capacidad de seducción para ejercer como intermediario en otros negocios. Sus socios eran gente como el traficante de armas Adnan Kashoggi, el abogado londinense David Mills, organizador de la red de sociedades de Silvio Berlusconi en paraísos fiscales, y el patrón de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone. Cuando en 1997 los Benetton le despidieron, con una generosa indemnización -cercana, según informaciones sin confirmar, a los 20 millones de dólares-, Briatore se asoció con Ecclestone en Supertech, una sociedad que desarrollaba motores Renault y los vendía a las escuderías Bar, Williams y la propia Benetton.

Los Benetton vendieron su escudería a Renault en 2000 y la sociedad francesa recontrató a Briatore como director general. Para entonces, Il Tribula era famoso como dueño de la discoteca sarda Billionaire, como novio de Naomi Campbell y otras supermodelos, como intermediario -con socios como Alejandro Agag, yerno de José María Aznar-, como empresario farmacéutico a través de la empresa Pierrel y como inversor en hostelería, asociado con la familia veneciana Cipriani y con inversores como Marcello Lippi, actual responsable de la selección italiana de fútbol.

Según los balances, todos sus negocios están en pérdidas desde hace años. Pero el olfato de Briatore sigue siendo óptimo. Intuyó las posibilidades de otro joven piloto llamado Fernando Alonso y le fichó. También aconsejó a su socio y amigo Agag para que adquiriera los derechos de la Fórmula 1 para España porque el asturiano iba a ser una mina. Lo ha sido y Briatore ha vencido de nuevo.

Flavio Briatore abraza a Fernando Alonso tras el éxito de ayer.
Flavio Briatore abraza a Fernando Alonso tras el éxito de ayer.REUTERS
El directivo italiano, en 1995, con Michael Schumacher.
El directivo italiano, en 1995, con Michael Schumacher.REUTERS

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