Los japoneses, locos por las tapas
Un buñuelo con crema de bacalao, un irlandés con lentejas o un bocadillo ibérico al revés, en el que el jamón envuelve una finísima, diminuta y crujiente barra de pan. Esto es parte del éxito y el reclamo al que han acudido ya más de 250.000 visitantes de la exposición que se clausura el domingo cerca de Nagoya, la capital de la provincia japonesa de Aichi.
Acceder al Tapas bar del colorido pabellón español, que destaca entre el gris machacón de todos los edificios, puede suponer tres horas de espera para probar el menú estrella, el star chef. El cocinero leridano Josep Barahona, afincado en Tokio desde hace 14 años, donde cuida de uno de los restaurantes de más éxito de la ciudad, es el artífice de la creación que auna un exclusivo conjunto de creaciones culinarias. Trece recetas de otros tantos cocineros, todos ellos con estrella Michelin, entre los que destacan Juan Mari Arzak y Ferran Adrià, y que ha entusiasmado a los japoneses. Ayer, Barahona trasteaba por los fogones mientras 40 japoneses daban cuenta de las pequeñas tapitas. Esperaba a la delegación de Zaragoza 2008, que recibirá mañana el testigo como organizadora de la próxima exposición.
En la sala VIP, donde ayer se sentaba la comitiva encabezada por el alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, y el presidente de la sociedad estatal Expoagua, Roque Gistau, se han sentado en los últimos seis meses emperadores, los príncipes de Asturias, embajadores, ministros y todo un rosario de dirigentes y personas de poder.
Dos plantas más abajo, 14 cocineros y 15 camareros van repartiendo los platos. Hoy se servirán unas mil degustaciones, como ha venido ocurriendo en los últimos meses.
"Abrimos a las once y a las nueve ya están haciendo cola. En la valoración de todos los restaurantes de los pabellones nos ponen siempre los primeros", asegura Barahona, que explica que algunos sabores se han suavizado para adaptarlos al gusto oriental. También asegura que lo que más le ha costado es que los nipones entiendan que el gazpacho no es una sopa fría y que los maestros de la cocina le cedieran recetas de escasa complejidad, que se elaboran con productos en su mayoría llegados de España.
Según Josep Barahona, "se está apostando mucho en Japón por la cocina española. Están haciendo muy buenas ofertas a los grandes cocineros para que se vengan a Tokio".
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