La noche de los niños prodigio

Mientras en otra parte de la ciudad otro niño prodigio, éste del jazz-pop, llamado Jaime Cullum, mostraba sus habilidades y nuevas composiciones, el australiano Ben Lee presentaba ante una parroquia madrileña que abarrotaba la sala las canciones de su último disco, Awake is the new sep. Feliz, relajado y exhibiendo un enorme sentido del humor, este jovencísimo compositor -ahora tiene 27 años, pero grabó su primer álbum con 15, despertando la admiración de figuras como los Beastie Boys, Sonic Youth o Evan Dando- hizo una actuación memorable en la que, con ciertas resonancias a los primeros REM, desgranó un repertorio de pop semiacústico puro y muy fácil de asimilar y tararear por cualquiera.

No es de extrañar que él afirme que sus máximas influencias son Jonathan Richman, Loudon Wainwright III o Bob Dylan -salió a escena a los acordes de A hard rain is gonna fall-, ya que su concepción musical toma prestado de aquellos la ingenuidad, la sensibilidad, la convicción y la capacidad de hacer que más sea menos: con una guitarra acústica o bien con el concurso de su mejor cómplice, la carismática teclista Lara Meyerratken, o con una banda al completo que no explota del todo sus posibilidades sónicas, Lee dio uno de esos conciertos que se recuerdan durante muchos años.

Las canciones, puros himnos a una concepción taoísta de la existencia en cuanto a su solicitud de que la persona cambie para que todo le cueste menos, iban cayendo una a una en medio del regocijo de los asistentes. Cigarrettes will kill you, que su autor juzgó no muy apropiada para ser cantada en Europa; Catch my disease, tema escogido en España para una campaña publicitaria de RENFE, o We're all in this together, con la que Lee cerraba su actuación, fueron algunas de las flores del escogido ramillete que el compositor y cantante regaló a sus fans madrileños.