Pánico aéreo
El Madrid dedica el entrenamiento previo a la visita del Athletic a defender las jugadas por alto
Raúl permaneció con los brazos en jarra los 40 minutos que duró el ensayo general de defensa de faltas. Ronaldo y Robinho se quedaron en su burbuja tropical jugueteando con la pelota, en el centro del campo. Guti (interpretando al zurdo Yeste) colgó los balones desde la izquierda. Y en el área de Casillas el técnico, Vanderlei Luxemburgo, repitió su estribillo -¡carallo!- como una ametralladora mientras movía a los siete hombres más implicados en la defensa de las faltas laterales, la circunstancia que más daño ha hecho al Madrid en lo que va de temporada y un arma que el Athletic dominará con fuerza en su visita al Bernabéu esta noche.
El Madrid ha encajado seis goles a balón parado en los cuatro partidos disputados esta temporada. El año pasado encajó cuatro en todo el curso. La venta de Samuel ha tenido efectos que Luxemburgo procura paliar desde hace semanas, hasta el momento, sin éxito. Al brasileño le place repetir que no se puede dar el "lujo" de "tener dudas". Pero ver sus entrenamientos es constatar una cadena de ensayos y errores. Sus ayudantes lo justifican en la necesidad de adaptarse a nuevos jugadores: primero la llegada de Baptista, luego el cambio de Pavón por Ramos, ahora el cambio de Ramos por Woodgate.
Los futbolistas del Madrid con responsabilidades en la defensa de faltas comienzan a manifestar signos de abatimiento. "[Luxem-burgo] Nos ha hecho defender los córners con uno en cada palo y tres en el medio", explica un testigo afectado; "¡y el contrario nos ha atacado con cinco!".
Contra el Celta, antes del gol de Contreras, a la salida de un córner, la situación de defensores y atacantes en el área de Casillas era de uno contra uno: Salgado y Roberto Carlos atados a los palos; Helguera y Pavón marcando en zona y Gravesen haciendo marcaje individual. Enfrente: cinco atacantes. La ortodoxia futbolística señala que siempre tiene que haber -por lo menos- un defensor más. Pero la excentricidad se repitió en Montjuic: De la Peña lanzó la falta y Helguera y Sergio Ramos debían disputar la pelota con Lopo y Jarque. Otra vez: uno para uno.
Ayer Luxemburgo rectificó. Dispuso un ataque de cinco y formó una defensa de siete en la línea del balón, siguiendo la diagonal desde la posición del lanzador hasta el segundo palo: Beckham en zona, Pablo García y Gravesen al hombre, Helguera y Woodgate en el medio haciendo zonal, y Salgado en el segundo palo, defendiendo al hombre. Woodgate fue el jugador que más pelotas despejó. Luxemburgo le hará debutar por su poderío aéreo.
Este sistema, según técnicos observadores que prefieren el anonimato, tiene un defecto. Luxemburgo sitúa al extremo que ocupa Salgado demasiado cerca de la portería. Por un lado, esta formación resta visibilidad al portero dejándolo más expuesto; por otro, habilita a los rivales que ataquen el primer palo.
Luxemburgo se reafirmó en su optimismo agresivo, tras el entrenamiento. "Yo soy como el bambú", proclamó, en vegetal alegoría de la fuerza. "Voy a hacer una gran temporada, un gran trabajo. Salí de Brasil para ganar".
Prosiguió con tono épico, admitiendo la existencia de dificultades objetivas. "Ahora está un poco complicado", dijo, gesticulando como un saltimbanqui, para concluir con la pantomima de los pases de pecho y la suerte de espada. "Hay que ser torero. Chas-chas y cuando el toro se canse: ¡chaaaaas! Seguro que el año que viene estoy aquí".
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