El Athletic se hace un lío
Victoria del Málaga en San Mamés en el tiempo añadido
Las discusiones tácticas en el fútbol se han convertido en una obsesión que en el fondo les viene fantásticamente a los futbolistas. Sus carencias se ocultan en la pizarra y siempre parecen buenos. Cuadrados, rombos, trivotes (¡que horror de palabro!) y los futbolistas que parecen piezas del cubo mágico de Rubbick sin culpa ni trascendencia en los movimientos del que lo manipula. En Bilbao se discute sobre la defensa adelantada de Mendilibar (nada nuevo que no haya fracasado siempre en este equipo) y se habla muy poco de la actitud de los futbolistas para llevar a cabo la esencia del fútbol. En Málaga se discutirá de algo parecido. No merece la pena. En San Mamés, ayer, con sol y buen césped, unos y otros se empeñaron en demostrar que hay tardes en las que se haga lo que se haga, se dibuje lo que se dibuje, el espectador sale del campo con la constatación de que ha perdido 90 minutos de su vida y encima ha pagado dinero por ello. Los del Málaga, al menos, obtuvieron alguna rentabilidad de la nada (es decir de ver a Morales tocar y tocar balones para nada, de ver a Anderson o Duda inventar cosas para nada) con tres puntos inesperados, de esos que otorga la ruleta de la fortuna y que te hacen pensar que eras vicecolista por casualidad. Y que puedes ganar a cualquiera si el rival se empeña en hacerte feliz.
ATHLETIC - 1 MÁLAGA 2
Athletic: Aranzubia; Exposito, Gurpegui, Luis Prieto, Lacruz; Orbaiz (Guerrero, m. 79), Ibon Gutiérrez; Iraola, Yeste, Etxeberria (Tiko, m. 58); y Llorente.
Málaga: Arnau; Alexis (Hidalgo, m. 64), Navas, Fernando Sanz, Valcarce; Anderson, Alexis; Duda, Juan Rodríguez (Edgar, m. 72), Nacho; y Morales (Salva, m. 88).
Goles: 0-1. M. 84. Edgar aprovecha un error de Lacruz en el despeje. 1-1. M. 90. Cabezazo de Llorente y Lacruz marca en la línea de gol. 1-2. M. 93. Hidalgo supera a Aranzubia.
Árbitro: Amonestó a Etxeberria y Orbaiz, por el Athletic, y a Valcarce, Duda y Edgar por el Málaga.
Unos 35.000 espectadores en San Mamés.
El Athletic transmite las señales habituales. La gestión de los partidos, del resultado, de la emotividad de los encuentros, ni ha sido ni es lo suyo. Lo suyo no es jugar con cabeza. Y así ocurre que su futbolista más estable, Lacruz, regala el primer gol y en la prolongación lo arregla en el otro área. Y el equipo se vuelve loco y concede, también en la prolongación, un contragolpe en inferioridad defensiva. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Solo se sabe que ocurre, que no hay cabeza. Ayer se podía argumentar que sus dos medios centros, la sala de máquinas, Orbaiz e Ibon Gutierrez, no acertaron ni una, y que fueron literalmente barridos por un chico grande, Anderson, y un chico pequeño, Gerardo. Que no dieron un pase bien y sí muchos mal, que la delantera no tiró jamás a gol, que el equipo se obsesionó tanto con llegar al gol que sólo miró a Llorente (perdido entre dos torres defensivas, Sanz y Navas) y se olvidó de Yeste, el encargado de pensar.
Mendilibar no ha cambiado, en realidad, nada. Se juega como el año pasado y el anterior, con los mismos aciertos y los mismos errores y el Málaga insiste en su particular situación: cada año compra y vende, reclama tiempo para reconstruir el equipo y en ello purga sus penas, aunque siempre encuentra a sus habituales, Duda, Edgar, Gerardo y a algún fichaje curioso que funciona según lo previsto. No es el caso de Morales, un delantero previsible al que le delatan los centímetros. Edgar le alivió el partido e Hidalgo se lo dio definitivamente.
El Athletic tiene una carencia básica: le falta corpulencia y sobre todo capacidad para leer los partidos, amén de banquillo. Cuando un equipo recibe un gol en el minuto 84 y logra empatar en el 90, suele gestionar el resultado y no concede un dos contra tres en el minuto 93 del partido. El Athletic (de Mendilibar, de Valverde, de Heynckes y de quien sea) sí. Y lo hace aunque se haya tirado todo el partido con el cuaderno vacío de aciertos y lleno de errores.
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