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Reportaje:

Japón invade Burjassot

Un encuentro inicialmente centrado en la historieta gráfica se amplía en la quinta edición a otras actividades de ocio japonesas

Burjassotaku 05 es una demostración de que Japón nos coloniza. No es que el desembarco se haya producido en la Casa de la Cultura de Burjassot, pero es allí, en el quinto salón que organiza los días 17 y 18 Víctor Lázaro en colaboración con Cibermanga y el Grupo Gañán, donde se hace más patente. Una exposición de autores noveles y profesionales de corte oriental (que durará hasta el día 25 de septiembre), un breve ciclo de cine japonés, una sala de videojuegos, unos stands y un montón de jóvenes disfrazados dan pinceladas suficientes como para empezar a sospechar que esto no es sólo una locura temporal. El organizador del certamen, Víctor Lázaro, explicaba que Burjassotaku "no tiene ningún ánimo de lucro, tiene mucho más que ver con la difusión cultural que con salones como, por ejemplo, el de Barcelona. Son perspectivas diferentes: ellos buscan la comercialidad y nosotros que se conozca este mundo de la cultura japonesa". Y de hecho, Lázaro confesaba que "todo esto se hace con presupuesto cero". No está mal para un fin de semana completo que incluirá demostraciones deportivas, culturales y hasta un foro de debate en Internet (www.burjassotaku.tk).

Y esta influencia del país del sushi no es una mera anécdota cultural: empezaron con la electrónica, siguieron con el karaoke, saltaron a la animación y el manga (comics japoneses) y ahora hay una auténtica corriente juvenil de interés por lo procedente de las islas niponas. Lo que era un salón dedicado básicamente a narrativa gráfica se convierte, en esta quinta edición en una muestra en la que se nos invita a deportes, como el Aikido o el Kendo, que ya cuentan con participantes en Valencia, después de que el kárate o el yudo se encuentren totalmente asentados; se puede comprar alguna comida japonesa envasada, practicar juegos de estrategia o aprender el arte del Origami, consistente en la creación de figuras a base de doblar papel. Esta última técnica parece haber calado más hondo en personas de edad algo superior que no acaban de integrarse en el río de adolescentes.

Sin duda, lo más pintoresco es la costumbre de que muchos jóvenes acudan caracterizados como sus personajes favoritos, lo que no deja de ser criticado por algún que otro asistente.. "Tú no pensarás venir disfrazado, ¿verdad?", le decía un joven a su interlocutor a través del móvil. Esto, que en castellano se llama "concurso de disfraces", recibe en este entorno el nombre de Cosplay, (del inglés costume play, que quiere decir precisamente juego de disfraces).

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