Lógica
Por fin en esta Vuelta ha habido un triunfo de la lógica. Confieso que ya había perdido toda esperanza. Es como aquel que se levanta cada mañana y ve amanecer. Sea lógico o no, el caso es que todos los días amanece, piensa. Lo hace día tras día, mes tras mes y año tras año, y efectivamente, comprueba que todos los días amanece. Así que ¿cómo va a esperar que un día se levante y no amanezca?. Pues aquí lo mismo, si la lógica no impera durante tres semanas, ¿cómo vas a pensar que un día de repente reine y todo vuelva a la normalidad?.
La lógica decía que ayer era una etapa de escapada. Era la oportunidad para que corredores perdidos en la general (yo mismo por ejemplo) probasen fortuna y buscasen su minuto warholiano de gloria. Y eso fue lo que pasó, aunque a mí no me quedasen fuerzas ni siquiera para intentarlo. Se formó la escapada en los primeros kilómetros, y los demás nos dedicamos a sestear al ritmo que nos imponía el equipo del líder. Y todos contentos. Ciclismo lógico, aunque no guste.
Por delante se cumplió por cierto otra de las leyes lógicas, esa que dice que en un grupo con mayoría de españoles sobre los extranjeros siempre gana un extranjero. Lo dicho, era un día lógico y en eso tampoco podía fallar.
Un alivio éste retorno de la lógica (aunque sea algo circunstancial) en un ciclismo cada vez más ilógico. Un deporte que, si se me permite la reflexión, debería buscar un nuevo horizonte. Mal andamos cuando las noticias sobre hematocritos y hemoglobinas, dopaje, controles, vampíros, retiradas sospechosas y especulaciones varias relucen más que las deportivas que, no lo olvidemos, son el fondo de toda la cuestión. Mal andamos cuando interesan más mis valores hemáticos que mis propios resultados en carrera. Con todo esto, muchas veces se olvida que en realidad competimos por llegar el primero a una raya blanca pintada en el suelo, que es al final de lo que se trata.
Pedro Horrillo es corredor del Rabobank.
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