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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Preguntas del nuevo diseño

Anatxu Zabalbeascoa

El nuevo diseño hace preguntas. Pero estábamos habituados a que el viejo, buen diseño, diera respuestas. Con todo, incomoda que el nuevo diseño tenga más propuestas que respuestas. El diseño, el viejo buen diseño, era especial: se atrevía a responder. El peligro de un diseño cuyo principal objetivo es hacer pensar es que se aleja de la esencia del mejor diseño: la utilidad práctica, los objetos para usar, precisamente, sin pensar. Ya saben: las pinzas de tender la ropa, la fregona, el lápiz o las aceitunas rellenas. La exposición Extrañamente familiares: diseño y vida cotidiana recoge una muestra de proyectos recientes de algunos de los diseñadores más vanguardistas del mundo. Es diseño que quiere ser útil y por eso hace pensar. Pero es precisamente esa provocación lo que lo aleja de la vida cotidiana. El diseño expuesto en Vigo está realizado con creatividad artística, artesanal y escasamente industrial. Por eso puede verse no en las estanterías de los grandes almacenes, sino en las salas de los nuevos museos. De la mano de creadores imaginativos e ingeniosos y, sobre todo, arropado por un nuevo discurso -ya no es el del empresario productor sino el de los comisarios artísticos-, el diseño sale de la calle para llamar a las puertas de las galerías.

EXTRAÑAMENTE FAMILIARES: DISEÑO Y VIDA COTIDIANA

Marco. Museo de Arte Contemporáneo de Vigo

Príncipe, 54. Vigo

Hasta el 25 de septiembre

Ante algunos de los hermosos proyectos expuestos, una no deja de pensar que no funcionan. Más que objetos de uso se han convertido en símbolos. Así, el italiano Moreno Ferrari diseña prendas de abrigo transformables en tiendas de campaña, en hamacas o hasta en sillones, eso sí, cuando son armados con varillas metálicas que un indigente, un refugiado o un cosmopolita no siempre llevan junto a un equipaje tan ligero como un chubasquero. Un problema parecido lo sufre el único diseño español incluido en la muestra: la ya famosa Casa básica de Martín Ruiz de Azúa -un refugio realizado en poliéster metálico que cabe en un bolsillo y puede mantenerse inflado gracias al calor corporal pero que difícilmente cobra tres dimensiones si no se infla en un lugar de grandes brisas- u otro habitáculo cargado de buenas intenciones: la Casa rodante de Koers, Zeinstra y Van Gelderen, un espacio individual que necesita el empuje de diez personas para rodar sobre sí mismo.

Los cuarenta proyectos ex

puestos en esta muestra se mueven entre la utopía de los rascacielos para cerdos ideados por los holandeses MVRDV y la simpatía del Greediness Meter del italiano Paolo Ulian, que está representado en Marco por, entre otros, un sencillo metro de chocolate que indica, o advierte, al consumidor la cuantía de la ingesta de producto. En los dos polos de la balanza, y de la mano de los desastres, dos trabajos son tal vez los más sobresalientes. Las catástrofes (los terremotos de Kobe y Turquía) le sirvieron a Shigeru Ban para poner a prueba algunos de sus diseños: cabañas de tubos de cartón prensado levantadas en cuatro días. Así, antes de convertirse en el flamante autor del nuevo Centro Pompidou de Metz, este japonés hizo de la emergencia un trabajo de esmerado diseño. Sus cabañas no respiran precariedad. Tienen la calidad espacial de lo que se querría duradero: ni un cristal, ni un clavo de más, pura supervivencia en un espacio económico, fácil de construir, cálido, ventilado y bien iluminado de 16 m2. En esta exposición uno puede entrar en una de esas cabañas y comprobar cómo de la mejor teoría puede resultar la mejor práctica. En el otro extremo, alejados del diseño a pesar de su naturaleza, los souvenirs de Constantin y Laurene Leon Boym hacen pensar, aunque también pueden usarse de pisapapeles. Estas miniaturas de níquel no recrean los monumentos de los lugares más visitados del mundo sino, como reza su título, evocan los "lugares del desastre", esos destinos turísticos ocultos a los que el viajero se acerca con frecuencia para contemplar, eso sí en silencio y sin tiendas de souvenirs, los restos de la tragedia: el edificio Dakota, frente al que fue asesinado John Lennon; el túnel del Alma de París, que vio estrellarse a Lady Di, o las Torres Gemelas de Nueva York.

Lo mejor de la muestra está pues cerca del arte, a pesar de ser diseño. O es diseño, sin dejar de ser arte. ¿Quiere esto decir que no pueden abrirse categorías híbridas entre uno y otro? Todo lo contrario. Pero resulta más difícil: para que el diseño se acerque al arte no puede dejar de ser diseño y debe llegar a ser arte. La dificultad es doble. No hay peligro en tener ideas. El peligro, en todo caso, está en creer que cualquier cosa es una buena idea. Y es que las mejores ideas son, como reza esta exposición, extrañamente familiares.

<i>&#39;Greediness Meter</i>&#39;, chocolate métrico del diseñador italiano Paolo Ulian.
'Greediness Meter', chocolate métrico del diseñador italiano Paolo Ulian.

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