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Antes de ser excelentísimo, Jordi Sevilla fue cabeza de lista por Castellón y, en condición de tal, prometió -solemnemente, como corresponde en campaña electoral- que si el PSOE ganaba las elecciones, revocaría la decisión de ubicar una macrocárcel en Albocàsser, un pequeño pueblo de l'Alt Maestrat.

Probablemente no imaginaba el ahora ministro de Administraciones Públicas que la condición pudiera llegar a convertirse en aserto. En cualquier caso, lo bien cierto es que a pesar de la victoria electoral del PSOE, la promesa va a quedar incumplida.

Uno, que tiende a ser comprensivo por naturaleza, piensa que tal vez la dura realidad de la gestión gubernamental llevó al ministro Sevilla a descubrir que no siempre los buenos deseos pueden hacerse realidad. Es posible.

Pero aplicando una de las grandes categorías con las que la sabiduría popular suele calificar a las personas, la de "gente de palabra", lo suyo hubiera sido reconocer públicamente el error y, consecuentemente con la imposibilidad de cumplir la palabra dada, simplemente dimitir.

Así lo han entendido Rosa Adell y Felipe Beltrán, concejales del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Albocàsser, que han abandonado sus cargos. Una cuestión de coherencia y honestidad que les honra. Y una lección para todo un ministro.