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Reportaje:

"¿Qué? No me creo que haya marcado"

Ewerthon no recuerda su debú en La Romareda ni el gol por una conmoción cerebral

Jordi Quixano

El minutero sólo había cubierto media esfera. 30 segundos. Suficiente para que el delantero del Zaragoza Diego Milito comprometiera a Santiago Cañizares, portero del Valencia. Tiempo de sobra para que el extremo blanquillo Ewerthon Henrique de Sousa (Sao Paulo, 1981) sufriera una conmoción cerebral. Odisea que difícilmente olvidará.

El meta de pelo rubio teñido sacó una extraordinaria mano para desviar el disparo del ariete argentino. Pero el cuero, que ascendió en diagonal, no se marchó por la línea de fondo, sino que bajó vertiginosamente rozando el palo. La trayectoria del balón, pensó Ewerthon, invitaba a buscar un rematador. Así que el menudo brasileño saltó en su busca. Lo propio hizo el zaguero Ayala, en su intento de despejarlo. Fue el defensor quien rechazó la pelota a córner. Pero Ewerthon, decidido, también hizo el gesto rematador; con tan mala fortuna que su cabeza rebotó contra la del central argentino y le provocó una conmoción cerebral. Seis minutos más tarde, Ewerthon recogió un centro de Toledo para marcar su primer gol en la Liga. Y tras otros seis minutos, pidió el cambio porque estaba muy mareado. Pero de todo eso, Ewerthon ni se enteró.

"Sólo recuerdo que oía los gritos de la afición de fondo y que no podía seguir jugando. Todo estaba negro, no veía nada", reconoce el futbolista, que pasó unas cuantas horas en el hospital a la espera del diagnóstico médico. Acostado en la camilla, preguntó a sus familiares por el transcurso del partido. "2 a 2 y has marcado un tanto", respondió su mujer. "¿Qué? No puede ser, no me lo creo", espetó el brasileño. Tras ver las imágenes, aceptó la realidad. "Pensé que todo había sido un sueño. Pero si marqué fue la voluntad de Dios", admite Ewerthon, religioso confeso. Y abunda: "Fueron los peores momentos de mi vida porque mi familia estaba en las gradas. Hay muchos jugadores que mueren sobre el campo y no le deseo a nadie lo que me pasó".

Dado que los médicos no encontraron nada de más anormal, Ewerthon durmió en casa. La lesión fue transitoria y no representó ningún problema para que ayer se vistiera de corto y caminara por la ciudad deportiva del Zaragoza. Pero, a buen seguro, se pensará dos veces medirse de nuevo con Ayala en un salto de cabeza.

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