El oleaje decide en La Concha
El pésimo estado de la mar borró a Astillero y Castro y dio la victoria a Hondarribia tras la descalificación de Pedreña
Ni Astillero ni Castro, claros favoritos. Ni tan siquiera Pedreña, que obtuvo el mejor tiempo en las dos regatas. La Bandera de La Concha se fue a Hondarribia, puesto que los jueces descalificaron a los cántabros de Pedreña por invadir la calle de Orio y tocar sus remos durante la regata. Un auténtico puzzle que tuvo como factor determinante el estado de la mar, que perjudicó notablemente a las embarcaciones que bogaron en la segunda tanda.
San Sebastián estaba dispuesta para la victoria cántabra. En el muelle del puerto, todos los ojos no se apartaban de La Marinera y la San Juan XIII, mientras Pedreña, Orio, Cabo da Cruz y Pasai Donibane remaban en la ronda de consolación. Casi parecía un complemento, un relleno para animar al público antes de la tanda de honor. Pocos prestaban atención al desarrollo de la regata, con Orio y Pedreña pegándose entre las olas. Los aguiluchos pasaron por la ciaboga medio segundo antes que sus rivales. Pero lo de pegarse no es una figura retórica. En el popare, el oleaje empujó a Pedreña hacia la calle de Orio y llegó a tocar la embarcación guipuzcoana. Pese al incidente, los de Orio consiguieron mantener la ventaja y ganar la tanda por un segundo. El tiempo parecía discreto (21m 03s), pero el estado de la mar impedía remar con comodidad.
Nada más desembarcar, Orio presentó su reclamación contra Pedreña. En principio, por cuestión de legalidad, y también por ganar una plaza en la clasificación final, es decir, por principios de honor y orgullo. Pero la mar quiso recordar a todos que sin su consentimiento, nadie puede ser vencedor. En media hora se pasó de una marejada incómoda a una mar gruesa con grandes olas que se colaban en los botes y los hacían saltar desmadejados. Era la hora de Astillero, Castro y Hondarribia, con Arkote de invitado de lujo.
Tras una primera salida nula, las traineras partieron veloces en la bahía, pero en el mar abierto se encontraron con un muro impenetrable. Ni la habilidad de Korta en el timón de Castro, ni la de Zabala podían luchar contra el estado de las aguas, ya que ambas embarcaciones cántabras ocupaban la calle 1 y 2, las más expuestas.Mientras, Hondarribia, en la calle 4, bogaba más tranquila y empezaba a abrir hueco ya en la ida. En la maniobra de la ciaboga la embarcación guipuzcoana aventajaba en 10 segundos a Castro y en más de 12 a Astillero. En ese momento, la Bandera era de Castro, aunque los tiempos se estaban ajustando demasiado.
Pero el retorno fue un infierno. Astillero, pese a su coraje, perdió otros ocho segundos y Castro se hundió sin remedio hasta regalar 40 más, golpeado por las olas, incapaz de mantener una línea recta y con dificultades para conseguir dar paladas, puesto que la embarcación volaba más que remaba. En último lugar, Arkote entró en la meta a dos minutos y 20 segundos de los verdes de Hondarribia.
Con el cronómetro en la mano, la sorpresa se materializaba. Los tiempos de la tanda de honor eran nefastos: Hondarribia, la más afortunada por el sorteo de calles, terminaba con 21m 24s; Astillero, 21m 44s, y Castro, 22m 13s. En la primera remada, con mejor mar, Orio había marcado 21m 03s y Pedreña, un segundo más. La Bandera se iba a Cantabria, pero a ninguno de los favoritos. Los remeros de Pedreña lo celebraban entre lágrimas, aunque nadie se acercaba para entregarles el entorchado. Pero la victoria final se cocía en los despachos. Los jueces estudiaban las imágenes de la maniobra de Pedreña denunciada por Orio y, tras más de una hora, decidieron descalificar a los cántabros. Con los tiempos de las dos jornadas, Hondarribia se alzaba con el galardón más polémico e imprevisto de las últimas décadas. Orio alcanzaba la segunda plaza final, seguido de Astillero y Castro.
Aunque las opciones de victoria, a priori, eran mínimas para Hondarribia, la fortuna en el sorteo de calles, la furia del dios Neptuno y los jueces se aliaron para que, tras cuatro años de dominio cántabro, la Bandera de La Concha se quedara en Guipúzcoa. Los de la Ama Guadalupeko lo celebraron con los miles de aficionados hondabirritarras, que desde 1968 no habían podido lograr el título.
El presidente de Cantabria mostró su "indignación" por la descalificación de Pedreña, que tildó de "atropello", y anunció que su tripulación recibirá la bandera de Cantabria, "más valiosa que la de La Concha".
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