El doble brindis
Se ve que el toreo es un oficio imaginativo, fresco, vivaz y sorprendente. Siempre lo ha sido o por tal lo hemos tenido. El pesimismo reinante trata de hacer ver el asunto como un trabajo mecánico, encarrilado en rutinarias maneras y en trance de desaparecer por puro aburrimiento. Pero sin duda se trata de las voces alarmistas que nunca faltan y que, por ejemplo, no supieron saborear la belleza del doble pase de pecho, sin ir más lejos, que viene a ser como un monumento a la imaginación y a la variedad antes citadas. Desagradecidos los hay en todas partes y es un verdadero dolor. A ver, les informo. Vi por primera vez en mi vida algo que me sorprendió. Seguramente es un fenómeno que ya se ha dado en otras plazas pero en mi caso es la primera vez que lo veo: el doble brindis al público, o sea, el no va más de la cortesía.
Hoyo de la Gitana / Cobos, Francisco Javier, Posada
Novillos de Hoyo de la Gitana: aceptables de presentación y faltos de fuerza; el 4º fue ovacionado. Iker Cobos: pinchazo, corta perpendicular -aviso- cuatro descabellos (silencio); estocada (dos orejas). Salió en hombros. Francisco Javier: estocada caída (oreja); pinchazo hondo -aviso- pinchazo, tendida (saludos). Ambel Posada: pinchazo y estocada perpendicular (oreja); estocada (débil petición y vuelta por su cuenta). Plaza La Glorieta. 11 de septiembre. 1ª de feria. Menos de media entrada.
Ambel Posada, nuevo en esta plaza, brindó el primero al respetable y no pasó nada, claro. Las palmitas de agradecimiento y a otra cosa. Mas hete aquí que el susodicho Posada, que había obtenido en su primero la consabida orejita, ansiaba una más para salir en hombros y, ni corto ni perezoso, debió pensar: "A brindar y a ver si cuela". Coló, claro, pero luego ya pintaron bastos porque el presidente contó pañuelos, dedujo que "con esto ni para empezar" y el torero para consolar su desencanto se marcó una vuelta al ruedo por su cuenta que daba gloria verlo tan pimpante mientras la gente iba saliendo para ver cómo atravesaba la Puerta del Toro Iker Cobos.
Salvo esta innovación del doble brindis, la verdad es que todo anduvo entre nubes y claros, sin descartar los dos chaparrones que hicieron correr a todo bicho viviente hacia las localidades altas.
Los toretes carecieron de fuerza. Se dejaron, como ahora suele decirse, y el cuarto destacó por su nobleza y claridad lo mismo que el quinto por la cuesta abajo que lo despeñó hacia lo anodino después de unos primeros compases vibrantes y prometedores.
Los toreros, así, así. Iker Cobos llegó a ligar algún pase a su segundo y consiguió entonar su actuación hasta el aprobado. Francisco Javier anduvo aseado con su primero pero el quinto le complicó la existencia. Y Ambel Posada estuvo desigual sin conseguir una actuación rematada en ninguno de los suyos.
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