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NOTICIAS Y RODAJES

Cristina Comencini ilumina una negra historia de abuso infantil

El ruso Alexei Guerman deprime con un lúgubre filme sobre fútbol

Ver una película sobre violaciones incestuosas, abusos infantiles y horrores familiares y salir del cine con una media sonrisa en los labios no es lo más normal del mundo. Ocurre con La bestia en el corazón, de Cristina Comencini, presentada ayer en la Mostra de Venecia. El filme tiene trampa porque en realidad son dos, una tragedia y una comedia, pero resulta eficaz y cumple con el objetivo fundamental de interesar al espectador.

Espanta pensar lo que habría hecho el ruso Alexey Guerman con un tema como el desarrollado por la Comencini. Guerman ha llevado a Venecia una pieza llamada Garpastum que, hasta donde uno alcanza a entender, trata sobre fútbol. Un padre loco, unos hijos desorientados, unos cuantos personajes de equilibrio mental inestable y un balón se mueven por escenarios lúgubres, bajo un cielo plomizo y una lluvia más o menos constante; la fotografía, virada al sepia, intenta quizá evocar el lugar y la época de la acción (la Rusia de la Primera Guerra Mundial) y colma el efecto depresivo de la película sobre los espectadores.

Habría bastado un puntito más de tremendismo y un titular del estilo Cómo acabar de una vez con el fútbol para que Garpastum funcionara como parodia cómica. Todo indica, sin embargo, que Guerman se toma la cosa en serio. Consideradas las circunstancias, y lo mal que juegan al fútbol los protagonistas, mejor mantenerse a distancia de esa película. A Marco Muller, el director de la Mostra, le gustó mucho, lo cual se menciona a título meramente informativo y sin animus iniuriandi hacia la persona citada o hacia su labor profesional.

La hija del cineasta Luigi Comencini, escritora y directora (La bestia en el corazón es adaptación de una de sus novelas), hace lo contrario que el director ruso. En vez de pintar de negro un tema liviano, añade unas pinceladas de color a un tema negro. Para darle perspectiva a la historia de un padre que abusa de sus hijos, Comencini la ilumina desde el exterior con unos cuantos secundarios seriamente graciosos y obtiene una cosa más que visible. El cine italiano está hoy a la altura de su Gobierno, de su economía y de su red ferroviaria. Desde ese abismo de guiones banales y excesos interpretativos, La bestia en el corazón asoma a la superficie con una agilidad muy superior a la de sus congéneres.

La tercera película de la jornada fue Changhen Ge (Remordimiento eterno), del chino Stanley Kwan: un tostón elegante, bien acabado y ocasionalmente sugestivo.

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