Del tajo al campo de fútbol
El Sporting de Ecuador, formado por inmigrantes, sube a Segunda Regional
De madrugada, Ricardo Mina se afana descargando pescado en Mercamadrid. Son pocos los que saben de sus años en la élite del fútbol ecuatoriano, cuando competía en la Copa Libertadores como defensa del Deportivo Quito. "Hasta jugué un partido amistoso contra Brasil, que nos dio una zurra, 4-1, pero a mis 38 años... ¡Qué carajo! ¡Ahora he recobrado la ilusión con el Sporting de Ecuador!", proclama.
El equipo que levanta tanta pasión no es el último campeón de la "tierra añorada" de Mina. El Sporting juega en Madrid y es el primer club de extranjeros que asciende a Segunda Regional. Sus colores, cómo no, el amarillo, el azul y el rojo, los defienden Mina, Raúl Nieto, Tomás Arroyo... Todos paisanos; muchos, veteranos aclamados en su día por los hinchas del Deportivo Ecuador, el Espoli, el Barcelona de Guayaquil... Ídolos caídos en Madrid, donde la espalda de Mina languidece bajo el peso del bonito; donde Nieto conduce una furgoneta; donde Arroyo unta cemento a miles de ladrillos; donde el entrenador, Enrique Cedeño, alicata lo que se le pone por delante...
Ricardo, de 38 años y 'ex' del Deportivo Quito, descarga pescado cada noche en Mercamadrid
Pero llega el fin de semana y mudan su piel de proletarios por lo que fueron: futbolistas; entrados en carnes y años, pero con caché. "Las trabas eran muchas, pero hemos sido tenaces", recalca su presidente, Enrique Caño. Español, él sí, es responsable de Multinacional Services, la empresa de Carabanchel que apadrina al Sporting. "No somos una inmobiliaria normal. Nos basamos en un programa de integración centrado en la adquisición de viviendas", explica.
Su gusto por el fútbol conectó con la veneración de los ecuatorianos por el balón. "Montamos el equipo con la idea de que fuera la selección de los mejores de las siete Ligas ecuatorianas de Madrid", expresa Caño. Se trata de que el Sporting sea el vértice de 80 clubes y se coloque en Tercera.
Lo peor es el papeleo: "Llevar al día las fichas es una odisea. Hay que estar pendiente de renovar los documentos, de que a nadie le falte la tarjeta de residencia... No es fácil llevar un equipo de inmigrantes. Un español pasa el reconocimiento médico y la ficha le vale para toda la temporada". Buena parte de los 30.000 euros gastados han ido a la burocracia. Pero no ha sido en vano. Tercero en la Liga, tras perder 12 puntos por un lío de papeles, el Sporting subía de categoría por la renuncia de un rival.
"Abrumamos a los adversarios cuando jugamos en casa, en un campo de hierba de Aluche. Nos gusta tocar el balón, lo que se complica en los de tierra", apunta Nieto. Pero los improperios por el color de la piel también son cotidianos. "A veces les buscan las cosquillas llamándoles sudacas de mierda y pican, se revuelven y les amonestan", comenta Caño. "Los insultos hay que responderlos jugando", cuenta Arroyo. Centrocampista de 27 años, ex del Deportivo Cuenca, cruzó el charco hace cinco "decepcionado" por las faltas de los clubes en los pagos.
Una multitud de mujeres y críos inunda la grada. "Nuestros partidos están más llenos porque se vienen nuestras familias", se ríe Mina. "¡Y anda que no vienen señores de edad que halagan nuestro estilo!", añade Arroyo. "Tenemos cierta presencia. Somos altos", asevera el enorme defensa. Una envergadura que les vino bien para ganar el último Mundialito de la Inmigración, en el que el Sporting fue el bloque de Ecuador. Luego, la locura, los festejos... "No estamos aquí sólo para trabajar", recalca Mina. "Entre reparto y atasco, sueño con la gloria, con otro peldaño", insiste Nieto. "Yo, cuando no juego, me estreso", concluye Arroyo.
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