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Crítica:QUINCENA MUSICAL DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una gran sorpresa

Kart Amadeus Hartmann (1905 -1963) compuso Gesangsszene, para barítono y orquesta, sobre textos de Sodoma y Gomorra, de J. Giradoux, casi al final de su vida. Es una obra de gran expresividad y rotunda fuerza dramática y musical. Anteayer se estrenó en España. Fue un éxito. Por la potencia de su contenido, en primer lugar, y no menos por la fenomenal realización de la orquesta de jóvenes Gustav Mahler, competentemente dirigida por Ingo Metzmacher, del que hace no demasiado hablamos en estas páginas a propósito de sus convincentes versiones de Wozzeck y Lulu en Amsterdam con la orquesta de la Ópera de Hamburgo. Como solista vocal actuó Matthias Goerne, una adecuada elección para el papel. Especialmente por el magnetismo trágico del barítono alemán, su sentido liederista y su intencionalidad textual.

Gustav Mahler Jugendorchester

Director: Ingo Metzmacher. Barítono: Matthias Goerne. Obras de Richard Strauss, Kart Amadeus Hartmann y Dmitri Shostakovich. Auditorio Kursaal, San Sebastián, 1 de septiembre.

Antes, Till Eulenspiegel, de Richard Strauss, había servido para calentar motores y poner a punto la calidad virtuosista de la juvenil orquesta. La hora de la verdad llegaría anteayer con la Sinfonía nº 15 de Shostakovich, ese paseo musical complejo y a la vez atractivo que se acompaña desde evocaciones a Rossini en el primer movimiento a otras a Wagner en el último. La orquesta, con una importante presencia femenina en sus filas, estuvo inmensa. Se lució en todas la secciones, desde la cuerda a la percusión, y, por encima de todo, mostró un gran sentido de conjunto. La alegría y la espontaneidad juveniles facilitaron una gran frescura en su lectura sinfónica. Qué gran trabajo. Y Metzmacher dirigió con sentido de las proporciones, control analítico preciso y dinamismo controlado. Lo que se requería.

No creo exagerado decir que el concierto de Ingo Metzmacher y la orquesta juvenil que creó hace casi dos décadas Claudio Abbado ha sido la gran sorpresa de la actual edición de la Quincena, ese as en la manga que tanto le gusta sacar a su director, José Antonio Echenique. El año pasado ocurrió, por ejemplo, con los conciertos dirigidos por Jurowski. La 66ª edición de la Quincena termina hoy con la ópera Fidelio. Con ella se remata también el ciclo Acordes de paz y guerra. La última semana está teniendo, desde luego, un nivel de campanillas.

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