Una estampida durante una procesión chií causa mil muertos en Bagdad
El rumor sobre un atentado suicida desató el pánico entre los peregrinos
Irak vivió ayer su jornada más trágica desde la invasión estadounidense de 2003. Un millar de peregrinos chiíes murieron aplastados, asfixiados o ahogados al desencadenarse una estampida en un puente sobre el río Tigris en Bagdad. El rumor sobre la presencia de un terrorista suicida desató el pánico entre los participantes en la procesión religiosa que cada año se celebra en la capital iraquí hasta la mezquita del imán Musa al Kadim. El puente Aima, un cuello de botella en el cortejo de decenas de miles de chiíes, quedó sembrado de cadáveres. El miedo a las bombas enloqueció a una multitud que acabó reventando sus barandillas.
El Ministerio del Interior había contabilizado anoche 841 muertos y 323 heridos, aunque los responsables de los hospitales de Bagdad, en cuyos pasillos se alineaban cientos de cuerpos sin vida, aseguraban que había más de un millar de víctimas mortales.
El miedo ya había hecho mella poco antes entre los peregrinos. Un ataque insurgente con cohetes y granadas de mortero causó la muerte de siete fieles chiíes y dejó dos docenas de heridos. Aunque el presidente iraquí, Yalal Talabani, culpó a Al Qaeda de la muerte de los peregrinos, los servicios de seguridad confirmaron que la avalancha se produjo en el momento en el que una persona alertó a gritos sobre la presencia de un hombre cargado de explosivos entre la multitud.
El ministro de Sanidad, el chií Abdul Mutalib Mohamed, pidió la dimisión de los ministros de Interior y de Defensa por no haber tomado medidas para impedir la tragedia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.