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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Ana Sofía Varela conquista Europa con su fado de aires flamencos

La nueva revelación del fado portugués responde al nombre de Ana Sofía Varela. Tiene 28 años, y con sólo un disco en el mercado, homónimo, ya está conquistando los corazones de los británicos como hiciera su paisana Mariza hace un par de temporadas. De Varela llama la atención lo tardío de su vocación fadista: se crió en el Alentejo, al sur de Portugal, y su pasatiempo favorito fue durante años callejear por las ferias de Rosal (Huelva) y canturrear sevillanas y flamenco. El suyo es el fado de quien pudo haber sido una cantaora.

Los fadistas portugueses, que son los críticos más implacables, ya le han otorgado sus bendiciones. Ana Sofía ha logrado el Premio Amália Rodrigues, instaurado este mismo año, a la mejor intérprete femenina de fado. "Es un galardón que significa mucho para mí", admite la cantante en conversación telefónica desde su domicilio. "En realidad, el primer fado no debí escucharlo hasta los 12 años. Fue con Amália, cómo no, y el sentimiento trágico de aquella música me conmovió. Pero no puedo dejar de pensar que, de haber nacido al otro lado de la frontera, hoy quizá sería una cantaora flamenca".

Amor fronterizo

Ana Sofía Varela, el disco de debú, aporta 11 hermosas piezas producidas por Manuel Paulo Felqueiras. Junto a lecturas de temas inmarcesibles en el repertorio de Rodrigues (Lágrima) se desliza una historia de amor fronterizo con guitarra española, cajón flamenco y título de resonancias tabaqueras a este lado de la península: Ducados. Y es que Varela se confiesa admiradora de Estrella Morente, José Mercé, Camarón... y hasta Rocío Jurado. Antes de eso, Ana Sofía había participado en el proyecto de António Chaínho A guitarra e outras mulheres, y con motivo de la Expo 98 se involucró en un proyecto que encajaba a la perfección con su periplo personal: De sol a lua, flamenco e fado.

A la vista de todo ello, Mário Pacheco acabó fichándola para el Club de Fado, en el barrio de Alfama, donde lleva nueve años embelesando a la audiencia. "Un día vino a verme un tipo extravagante y con sombrero que, entusiasmado, le dijo a Mário: 'Cuéntele a la muchacha que me llamo Joaquín Sabina y soy un admirador'. Me habría encantado saludarle porque me fascina su ingenio".

Ana Sofía Varela se sabe parte de una pujante generación de nuevas fadistas, un fenómeno que ella relaciona con el fallecimiento de Amália Rodrigues, el 6 de octubre de 1999. "Antes de aquella fecha, Mafalda o yo ya habíamos participado en certámenes de la televisión pública, pero el fado era un género aletargado. Cuando ella nos dejó, de pronto mucha gente descubrió un legado asombroso. El de Amália es un caso único: ella nunca ha muerto, o podría decirse que murió para nacer de nuevo en otras voces".

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