Pedrosa vuelve a imponer su ley
El líder de los 250cc gana con una suficiencia propia de Rossi y suma su sexto triunfo del año
La cuenta atrás ha comenzado para Dani Pedrosa, que ayer volvió a hacer una exhibición en Brno, donde sumó su sexta victoria de la temporada. Aunque es más que comprensible que se niegue a proclamarlo, su escuadra mira ya de reojo a Oceanía. Al igual que ocurrió el año pasado, el circuito australiano de Phillip Island, a falta de dos carreras para el final de la temporada, podría ver como Pedrosa alza el cetro de campeón del mundo de 250cc por segundo año consecutivo. Tras la pletórica actuación del piloto catalán en el Automotodrom de Brno, su renta respecto al australiano Casey Stoner (tercero ayer), segundo en la clasificación general, es ya de 59 puntos, un cojín de más de dos carreras de ventaja.
La frialdad con la que Pedrosa afronta cada uno de sus retos es asombrosa. Es un calculador nato que optimiza al máximo y saca el mayor rendimiento de cada una de las situaciones en las que se ve envuelto, ya sea en carrera o fuera de los circuitos. Desde ahora y hasta el cierre del telón en el circuito valenciano de Cheste, al piloto de la Honda azul con el número uno le basta con contemporizar y gestionar la diferencia que atesora, una característica que es inherente a su persona, como ha demostrado desde que compite en moto. Ayer volvió a hacerlo con una estrategia de carrera perfecta. "No ha parado de llover en toda la carrera, y con la lluvia y el frío los neumáticos se desgastan mucho", aclaró Pedrosa al término de la prueba. "Al principio tuve un poco de miedo por las condiciones del asfalto, por eso me mantuve allí", afirmó el catalán, que rodó en sexta posición hasta casi media carrera para no desgastar en demasía los neumáticos.
Pedrosa soluciona los posibles problemas que le surgen en los entrenamientos sobre la marcha, en carrera. Cuando llega la hora de la verdad y los semáforos se tiñen de verde, la personalidad de quien, a sus 19 años, ya es bicampeón del mundo, sale a flote. La superioridad que el piloto de Castellar del Vallès demostró ayer fue similar a la que Valentino Rossi pasea todos los domingos, en cada gran premio, una hora más tarde que él. El español venció en Brno al más puro estilo Rossi. Aguardó el momento y se marchó directo al triunfo cuando y como quiso. Le bastaron sólo tres vueltas -de la octava a la undécima- para colocarse segundo detrás del mallorquín Jorge Lorenzo, que había ganado el sábado la pole y que le aguardaba con ganas de demostrar aquello que en los últimos meses no se ha cansado de predicar (que es más rápido que Pedrosa) aunque, eso sí, con más ímpetu que suerte.
El talante tan dispar que poseen ambos pilotos se evidenció de nuevo sobre las respectivas monturas y, sobre todo, en los rápidos cambios de dirección del circuito checo, donde el mallorquín tumbaba su moto de forma agresiva, mientras que Pedrosa inclinaba la suya con extrema suavidad. A esas alturas de la carrera, el abrasivo asfalto había hecho ya mella en los neumáticos de ambos, y el tren trasero de las dos Hondas serpenteaba como una culebra. Lorenzo es un piloto que ha experimentado una meteórica progresión desde que debutó, este año, en la categoría de 250cc, pero no ha sido suficiente para desbancar a Pedrosa, a las puertas ya de correr el próximo año en MotoGP. El catalán ejerció ayer de campeón y, a cuatro vueltas para la conclusión de la carrera, rebasó a Lorenzo de forma natural e imprimió un ritmo que ni el mallorquín, ni nadie de la categoría están capacitados para soportar.
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