El perfume
La noticia: "Un estudio revela que
los aromas pueden influir en el carácter
de los conductores de coches".
La fecha: jueves 9 de junio de 2005.
Se acaba de publicar en Estados Unidos un estudio que revela que los aromas pueden influir en el carácter de los conductores de coches. Eso explicaría la mala leche que nos entra al volante: "Es el aroma, agente, no sé qué huelo que me entra una mala hostia...".
Se ve que el olor a fresa disminuye la agresividad. Dirán lo que quieran, pero yo no subo a un coche conducido por Fresita: "¿Me llevas a Salou?". "¡¡Salou es míííííoooooo!!".
En cambio, el olor a café aumenta la concentración. Ahora entiendo por qué los camareros que están en la máquina de café son unos hachas. Dominan toda una barra con sólo una mirada, como si fueran el Dioni. "¡Dos cortados, uno con leche corto de café, tres descafeinados de máquina con sacarina, carajillo de ron, tres solos con hielo...!". Y el tío parece un pulpo. A veces voy a tomar café sólo para ver a los camareros.
Yo creo que tendrían que vender café en 'spray', para echártelo como si fuera colonia
Yo creo que tendrían que vender café en spray, para echártelo como si fuera colonia. Así estarías concentrado todo el día. Se podría llamar Cafeín. Le parfum de Juan Valdés.
Más conclusiones: las distracciones y la fatiga se reducen con la fragancia de canela y la de hierbabuena. Eso no me cuadra, porque dicen que si la hierba es buena, te distraes bastante. "¡Paco, que te has pasado Valencia!". "Es igual, pues nos vamos a Málaga...".
El estudio también afirma que el olor a comida rápida o a pan aumenta la agresividad. Por esta regla de tres, la dependienta de la panadería, que se pasa ocho horas oliendo pan, tendría que tener peor carácter que La Masa en ayunas. Y creo que no es el caso.
Según el mismo estudio, en la NASA -vaya manera de tirar el dinero- han comprobado que cuando las naves no huelen a nada, los astronautas son más propensos a las alucinaciones. Que yo pienso, ¿una nave que no huele a nada? Diez tíos allí encerrados, tres semanas dando vueltas a la Tierra, con calcetines... ¡Eso tiene que ser una leonera, hombre! Mira Pedro Duque, qué cara tiene. Pedro Duque es un tío un poco alucinado.
Yo creo que en eso se inspiraron algunos anuncios de compresas, que ya han pasado a la posteridad de la publicidad absurda: "¿A qué huelen las nubes? ¿A qué huelen las galaxias? ¿A qué huele un agujero negro...?". Del espacio, me refiero...
Y es que esto de los olores es un mundo. Por ejemplo, cada casa hace un olor diferente. La suma de tu perfume, del de tu familia, de la comida, de los muebles... Me acuerdo que, de pequeño, me quedaba a dormir en casa de un amigo, y se me pegaba el olor de aquella familia. Por eso luego no hacía caso a mi madre. Ahora es distinto, llegas a casa con el olor de otra familia y la que te pega es tu mujer.
Hay olores irresistibles. El olor a pollo a l'ast, el olor a churros y sobre todo el olor a palomitas. Ya puedes llevar tres meses de régimen, que si vas al cine y pasas por delante del puesto de palomitas, te compras el cubo grande seguro. Yo creo que las iglesias tendrían que reconvertir los confesionarios en puestos de palomitas. Se olerían desde la calle, y las parroquias se llenarían de gente. El cura: "¿Una de palomitas extragrande?". Y tú: "Sin coca-cola concebida".
Lo malo es cuando el olor se convierte en peste. Por ejemplo, la peste a tabaco en la ropa. Los que fumamos parece que nos vista Vitorio y Nicotino. ¿Por qué no inventan una ropa impermeable a los olores? El mismo que inventó el velcro, si se lo curra seguro que lo encuentra.
En fin, mi nariz me dice que hoy vamos a tener un buen programa. Aunque también me dijo que España se clasificaría para el Mundial sin problemas. Esperemos que recuperen pronto el olfato de gol.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.