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Reportaje:

Una herencia para repartir

Cuatro dirigentes del PP gallego tienen aspiraciones de suceder a Fraga

Xosé Hermida

En unos días se cumplirá un año desde que Manuel Fraga anunciara que se presentaría de nuevo como candidato del PP a la presidencia de la Xunta con el propósito de evitar la división de su partido. Un mes después, el PP gallego estuvo a punto de estallar por los enfrentamientos entre los del birrete, afines a la dirección nacional y a su presidente, Mariano Rajoy, y los barones locales del partido, conocidos como los de la boina.

Fraga logró sofocar el conflicto y llegar a las elecciones autonómicas del pasado 19 de junio. Pero la pérdida de la mayoría absoluta ha obligado al ex presidente de la Xunta a acometer de una vez el delicado trance de buscar un sucesor, la papeleta que evitó afrontar durante 15 años precisamente para que no se dividiese el partido.

Fraga ya ha asegurado que no designará un sucesor a dedo y que debe ser la organización la que se manifieste en un "congreso abierto", a despecho del riesgo de conflicto que supondría la batalla entre al menos dos candidatos. La fecha aproximada de ese congreso -entre diciembre y febrero- se decidirá en una entrevista entre Fraga y Rajoy que podría celebrarse hoy mismo o, en todo caso, el próximo lunes.

No es la única incógnita sobre el proceso sucesorio. Fraga ya ha dicho que pretende mantenerse como jefe del grupo del PP en el Parlamento gallego en los próximos cuatro años, aunque se designe un nuevo presidente del partido. Falta por saber si Rajoy lo respaldará. Y también si el líder nacional del PP se decantará por alguno de los cuatro precandidatos que apuntan estos días los dirigentes regionales.

Alberto Núñez Feijoo pasó por ser el hombre de Rajoy en la Xunta durante los 10 meses que ejerció como vicepresidente primero del Gobierno de Fraga. Con 44 años, es el más joven de los precandidatos, pero presenta una larga trayectoria como gestor en las administraciones central y gallega. Tiene garantizado el apoyo del PP de A Coruña, donde se han hecho fuertes los seguidores de su mentor político, el ex ministro de Sanidad José Manuel Romay Beccaría. En su contra jugará el fracaso de la lista del PP en Pontevedra, encabezada por él, en las pasadas elecciones autonómicas. Fue en esa provincia donde el PP perdió los escaños decisivos para la mayoría.

Las posibilidades de Núñez Feijoo también mermarían si finalmente decide presentarse otro dirigente alineado con el sector de Rajoy, el ex consejero de Pesca de la Xunta Enrique López Veiga, quien ha confesado que está meditando su candidatura. En el partido se conceden pocas posibilidades a López Veiga, quien en los últimos años ha tenido un protagonismo más destacado que nadie en las escaramuzas con el sector de la boina.

Tanto Fraga como otros dirigentes del PP gallego reconocen que sería muy difícil alcanzar un consenso sobre un solo candidato. Pero, si a pesar de todo, lo intentasen, el mejor situado sería Xosé Manuel Barreiro, de 48 años, catedrático de Economía de la Universidad de Santiago, presidente del partido en Lugo y vicepresidente segundo de la Xunta hasta hace un mes. Barreiro representaría una solución de compromiso para respetar la autonomía de los barones provinciales y, al mismo tiempo, acatar la disciplina de la dirección nacional.

La solución más temida por Rajoy sería la de Xosé Cuiña, de 55 años, el pertinaz rival que el presidente del PP ha tenido en los últimos años en Galicia y dentro de su propia provincia de origen, Pontevedra. Cuiña, el eterno delfín de Fraga, supondría la apuesta por un partido con un discurso claramente autonomista y que se reclamaría soberano frente a la dirección nacional. Algunos dirigentes populares aún creen que Cuiña, que fue secretario regional, conserva más apoyos que nadie entre las bases. Aunque no fuese así, cuenta con el respaldo incondicional de presidente del partido en Ourense, José Luis Baltar, quien el pasado otoño ya amenazó a Fraga con escindirse del PP si no se respetaba su autonomía territorial.

Para Rajoy, el proceso aparece rodeado de dilemas. Si busca una solución de compromiso, tendría que ser a costa de respetar la autonomía territorial de los barones, a los está enfrentado desde hace tiempo, e ignorar las peticiones de dirigentes de su propio sector que le piden una "modernización" del PP gallego. Pero si apuesta claramente por un candidato de su confianza, se arriesgaría a una ruptura total e incluso a la amenaza de una escisión, la palabra que vuelve a susurrarse estos días en algunos conciliábulos del partido.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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