Oliveira hace historia
Dos goles del brasileño permiten al cuadro verdiblanco alcanzar la 'Champions'
Oliveira, ¡qué delantero! El ariete brasileño sacó ayer al Betis de todas las dudas que le abocaban al desastre para ponerlo en el mejor sitio en el que ha estado jamás, en la Liga de Campeones. El brasileño es ambicioso y hasta puede parecer chuleta en sus declaraciones de fe en sí mismo. Pero ayer clasificó a un Betis que decidió especular con su ventaja y se anuló durante casi todo un tiempo.
Al Betis no le cupo ni la posibilidad de acobardarse al principio. El Mónaco, dirigido por Didier Deschamps, salió trotón y blandísimo. Con la única excepción de Evra, que se vengaba del repaso que le pegó Joaquín en el partido de ida con un repertorio de marrullerías que iban desde el típico codazo en el cogote al no menos conocido pisotón en la parte blanda del pie con lo más duro de la bota.
MÓNACO 2 - BETIS 2
Mónaco: Warmuz; Maicon, Squillaci, Modesto, Evra; Meriem (Maoulida, min. 62), Gerad, Bernardi, Sorlin (Gigliotti, min. 82); Kapo y Adebayor.
Betis: Doblas; Melli, Juanito, Rivas, Luis Fernández; Assunçao, Rivera (Miguel Ángel, min. 77); Joaquín (Varela, min. 56), Edu, Xisco (Nano, m. 60); y Oliveira.
Goles: 0-1. M. 16. Oliveira cabecea a gol un buen pase de Xisco desde la izquierda. 1-1. M. 32. Gerard, de disparo potente y colocado. 2-1. M. 63. Maoulida, de cabeza. 2-2. M. 76. Oliveira se escapa por velocidad y marca entre tres defensas.
Árbitro: Lubos Michel (Eslovaquia). Amonestó a Xisco, Rivas, Rivera, Varela, Doblas y Modesto.
Unas 10.000 personas en el estadio Luis II.
Llorenç Serra Ferrer, el técnico verdiblanco, prefirió dejarse de experimentos y utilizó el mismo sistema del pasado curso, con dos mediocentros, Assunçao y Rivera. Éste parecía una maquinita de correr. Lo mismo aparecía en apoyo de la banda izquierda que de la derecha. También sería que no le quedaba más remedio, porque Assunçao no encontró su sitio en casi todo el partido.
Una de las pocas veces que Joaquín consiguió quitarse el pegajoso marcaje de Evra y se fue hacia el centro del campo, se forjó una bonita serie de combinaciones que acabó con la pelota en la banda izquierda verdiblanca, en el pie izquierdo de Xisco, que templó una pelota perfecta para la cabeza de Oliveira, que cruzó en diagonal al fondo de las redes monegascas. Un gol de diseño, magnífico.
El Mónaco había jugado de manera bastante mediocre hasta ese momento. A pesar de eso, Adebayor había tenido al menos un par de ocasiones claras, y otras antas Meriem y Gerard. El catalán fue el que finalmente la clavó en la escuadra de la portería de Doblas. A partir de ahí, el Betis siguió jugando mejor, pero fue el Mónaco el que tuvo más oportunidades. Juanito despejó con la cabeza de milagro, tras deslizarse por el césped por lo menos un metro para anular un tiro de Meriem que ya parecía gol. Por si fuera poco el árbitro convirtió en penalti una falta que Evran le hizo a Melli en el área verdiblanca. Era el minuto 36, pero Doblas se lanzó con agilidad, despejó el disparo del francés y el Betis respiró.
Pero en la segunda mitad fue Serra Ferrer el que, sorprdententemente, metió la presión en su propio conjunto. Cuando aún quedaba cerca de media hora de partido, el técnico Serra Ferrer se cargó las bandas. Redujo así el juego de su equipo a la épica numantina y cosas así. Arriesgó mucho, muchísimo. Parapetarse atrás frente a un equipo que cuenta con los centímetros de Kapo y de Adebayor y la pericia de Gerard para el remate de cabeza es abocarse a un sufrimiento continuo. Por mucho que se juegue con tres centrales.
La cosa pintaba fatal, negrísima y encima la respuesta de Deschamps a los tres centrales béticos fue la entrada de Maoulida, que se acordó de lo fácil que le había resultado a Chevanton entrar por la izquierda en la ida. Así que el hombre adelantó al Mónaco a los pocos segundos de salir.
Pero si la táctica falla, al menos queda la calidad personal e intransferible de los futbolstas. Y el Betis tiene a uno muy bueno que se llama Oliveira y que, solo como le habían dejado, supo correr una pelota y chutar a gol entre tres defensas. Y, por supuesto, la metió. Oliveira pasará a la historia verdiblanca por solucionar el partido con el que este equipo logró el mayor logro de su historia, clasificándose para la Liga de Campeones.
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