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Crítica:EL ARROZ NUESTRO DE CADA DÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con capotes de torero: rojos y sin vueltas

Parecía que los toros y la gastronomía solo podían mezclarse fuera de la plaza, en el ámbito del plato o de la cacerola y teniendo como protagonista al principal y no a los accesorios: sabrosos solomillos, rotundas cintas y agradables estofados en general, hacen al toro producto comestible y apreciado, aunque es bien cierto que con características similares a la caza. Sus carnes, prietas por el continuo deambular por el campo la hacen poco aconsejable para algunas naturalezas y dura para la generalidad de los comensales.

Para solventar los problemas no hay como ponerla en la olla y dejarla cocer. Largo tiempo y fuego bajo y uniforme realizan el milagro de romper las proteínas y ablandar los tejidos para dar melosidad al conjunto, tal como sucede con la estrella de la gastronomía taurina que es el rabo de toro bien es verdad que hoy, en el -noventa y nueve por ciento de los casos, de ternero estabulado o vaca lechera-, plato que parece nacido en Córdoba al abrigo de las dehesas y los cortijos y lanzado desde allí al estrellato nacional.

El arroz, por no ser menos, también ha tomado la parte que le tocaba de la fiesta

Pero en la llamada fiesta patria hay un sinnúmero de elementos que participan y que no son comestibles, pero que al formar parte del acervo cultural parece imposible que no se vean reflejados en la necesaria ocupación que es el comer. De ahí las banderillas, que con desprecio a si su etimología viene de pincho o de bandera, son figura señera de nuestras barras. El lazo de color que se unía al arponcillo en las corridas de toros del siglo XVII ahora se ha convertido en anchoa o pepinillo, y en nuestros tiempos, cuando la banderilla taurina ha aumentado en tamaño y color, los bares la proporcionan con idéntica vistosidad que sus referentes taurinos y se convierte en un lujo en el que conviven, se alternan y combinan los rosas de la gamba con el verde de la alcachofa y el amarillo de la mayonesa.

El arroz, por no ser menos, también ha tomado la parte que le tocaba de la fiesta, y así los capotes de torero -no consta si capa de paseo, de brega, o capote de gran faena- se han situado en la paella, extendidos y a la vista del público, para cubrir -rojo bermellón y sin vueltas- las vergüenzas de los garbanzos y el bacalao que alimentan la afición, a la vez que le prestan un dulce sabor que lo invade todo.

Cómo hacerlo. Arroz con capotes de torero

- INGREDIENTES

400 gramos de arroz

200 gramos de bacalao

100 gramos de garbanzos

1 tomate, sin piel ni semillas

2 ajos

Aceite, azafrán, pimentón, sal y agua.

Pimientos rojos.

- PREPARACION

Cocemos los garbanzos, previamente remojados durante algunas horas. Se reservan, por una parte los garbanzos y por otra el caldo de la cocción

Se asan los pimientos, quitándoles cuando ya se han enfriado la piel y las semillas.

Asamos el bacalao. Después de enfriado se separan la piel y las raspas, desmigando la carne.

En una paella se hace un sofrito con los ajos picados y el tomate, luego se añade el pimentón y el bacalao, dando unas vueltas al conjunto.

Se echa el arroz y los garbanzos, se sofríen, y luego el caldo -en doble proporción que el arroz- donde se habían cocido los mismos, añadiendo el azafrán majado con un poco de caldo.

Se cuece durante los primeros minutos a fuego fuerte y luego más tranquilo, por un total de veinte minutos, incorporando, cuando falten cinco para terminar los pimientos, cortados en forma de capote de torero, de forma que casi cubran el arroz.

Se deja reposar unos minutos antes de servir.

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Dónde comerlo

Restaurante L'Espigó. Urbanización Albatros. Carretera de las Marinas, kilómetro 4. Dénia (Alicante).

Teléfono: 965 787 067

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