Alerta en la prisión por un gato
Un felino dispara las alarmas de la cárcel de Picassent y pone en jaque a los vigilantes
Es negro, de tamaño mediano y ronda la torre de control del módulo de preventivos de la cárcel de Picassent haciendo que las alarmas pongan en jaque a funcionarios y agentes de la Guardia Civil. Ajeno al revuelo que organiza cada uno de sus silenciosos paseos nocturnos, el felino pone en situación de alerta a más de uno, asusta a otros cuando la sirena advierte de un peligro inminente, y burla cualquier persecución. Sigiloso y arisco, abandona el lugar cuando descubre la presencia de los humanos que van tras él. Pero instantes después vuelve a coronar espacios varios sensibles a los sensores que cuadran a funcionarios y guardias civiles.
Que el gato es un animal protegido que no se puede cazar, que no existen asociaciones que se dediquen a recoger a los gatos, que no hay nada que hacer es lo que ha contestado el subdirector del centro a la queja interna que presentaron la pasada semana las funcionarias del servicio nocturno de vigilancia a través de Acaip (Asociación de funcionarios de prisiones).
El gato, que al parecer ya tiene la compañía de otros felinos, se deja ver por las cámaras de televisión del circuito interno de seguridad de la cárcel. Y a sus anchas campa desde hace cinco semanas. Su recorrido coincide con el que fuera escenario el 19 de junio del incendio que mantuvo fuera de servicio la torre y aledaños hasta que se reabriera el pasado 11 de julio, apertura criticada por Acaip porque no ha facilitado informe alguno sobre la idoneidad de los servicios de seguridad instalados.
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