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VISTO / OÍDO
Columna
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Soponcio, bulo

Le dio un soponcio a la juez de Roquetas. Esa señoría ha repartido informes del forense mutilados, cuando se han publicado íntegros, como si quisiera defender a los homicidas; esta señoría dejó en libertad a todos -con cargos: pero en libertad, en la calle-; esta señoría no atendió a su fiscal, ni al de Almería, ni a nadie. Es tan inverosímil lo sucedido como lo que sigue sucediendo; no es posible que un hombre corra a la Guardia Civil a pedir auxilio contra unos que le persiguen -algún mal modo tuvo cuando conducía por un barrio gitano: pero por allí sólo hay silencio y malas caras- y que sean los guardias los que le maten atacándole larga, insistentemente; ferozmente. No es posible que sea una juez la que instruya así el sumario, con trozos arrancados o borrados. No es posible que esta juez haya vuelto al trabajo después del soponcio.

¿Cuál era el soponcio? No se puede decir: es muy delicado. "Me he visto afectada por un problema ginecológico de índole femenino que no lo voy a contar porque es algo muy privado". Sí, se puede decir: ella lo ha dicho en mal momento, cuando entendemos que no hay problemas femeninos específicos para abandonar un cargo trascendental, un suceso grave y nacional. ¿Debe ocultar un juez que tiene priapismo o hidrocele? Estoy confuso, porque algo huele a podrido en esta Dinamarca, y sale a la luz por que alguien va más allá de lo debido. Cuando falta la verdad, aparecen los bulos. Enormes, como los bultos de orquitis, de hidrocele. Ah, no son exclusivos nuestros. En Champoluc, Italia, han dado el premio del mayor bulo del siglo a Bush y a Blair por la frase: "Sadam Hussein posee armas de destrucción masiva"; y también a Blair el de la mayor patraña: "No cambiaremos nuestro estilo de vida", al día siguiente de los atentados de Londres. Ignoro por qué omiten a Aznar. Sale en la prensa italiana por el affaire del Corriere della Sera, que hubiera querido comprar, y dentro de la misma empresa El Mundo de Madrid. Dicen también que parece dibujarse un plan de la derecha internacional, con Aznar y su yerno Agag en relación con el grupo italiano del empresario Stefano Ricucci. Bueno, bueno, bueno...

(No he leído la intervención del ministro del Interior en el Congreso, ayer; no me interesa porque no ha estado precedida de dimisiones y expulsiones. Me interesa más el problema del PP entre la vesania de su lenguaje contra los socialistas y su idolatría por la Guardia Civil).

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