"Sentimos pena por el monte y los animales, que no pueden huir"
A sus 86 años, Juana Castillo Fernández sólo tuvo tiempo de coger sus medicinas, una toalla por si se mareaba en el autobús y una muda de ropa. "Mi mayor pena son mis animales: un perrillo y unas cuantas gallinas que se han quedado solas y sin comida", contaba esta mujer en el hotel Limas de Cazorla (Jaén), acompañada de su hermano Pío Fermín, de 92 años. Ambos fueron evacuados en la tarde del martes del poblado de Coto Ríos, uno de los parajes turísticos más importantes del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
En total fueron desplazados hasta Cazorla un millar de personas que también procedían de tres cámpings y varias casas rurales a las que el fuego del incendio de Las Villas se había acercado a menos de siete kilómetros. "Un policía nos dijo que aunque el fuego no llegaría a las casas, no podíamos correr riesgos. Además, el humo lo invadía todo", añadía Juana.
La mayoría de los evacuados lo hicieron en sus propios vehículos o con familiares, y sólo 16 personas, como Juana y Pío Fermín, utilizaron el transporte público cedido por el dispositivo de emergencias de la Junta andaluza. "Ya somos muy mayores para tener miedo. Sólo sentimos pena por los animales y el monte, que no pueden huir del fuego. Nosotros, aunque con bastones, todavía podemos escapar", señalaba Pío con resignación.
Aunque el fuego aún no estaba controlado, sólo estabilizado, ayer tarde comenzó el regreso de los vecinos de Coto Ríos, una aldea que ronda los 500 habitantes durante el verano.
Tres avisos
A Ángel Gómez y a su mujer, Isabel, ambos octogenarios, los agentes les dieron tres avisos hasta que dejaron su casa. "No aceptaban que tuvieran que irse, a pesar de que había rumores y de que, finalmente, vino la Guardia Civil", explicaba Josefina Romero, la nuera de ambos. "Todo se hizo de forma muy coordinada, nos trasladaron al pabellón polideportivo de Cazorla y desde allí nos realojaron. Nadie perdió el control, pero sí es cierto que la tensión se palpaba en el ambiente", añadía Josefina.
La Guardia Civil y la policía autonómica se encargaron de desalojar a los vecinos. El dispositivo dirigido por el Centro de Control de Emergencias de la Junta andaluza puso a disposición de los evacuados dos autobuses, un microbús, seis coches de Protección Civil y otros ocho cedidos por el Ayuntamiento de Cazorla. Sólo fue necesario utilizar el microbús. También se habilitaron 1.000 plazas hoteleras para los desplazados, de las que se ocuparon 42, porque el resto fueron acogidos en casas de familiares o amigos.
Después de la alarma social creada por el desalojo de Coto Ríos, Cazorla y su parque natural afronta otra alarma, esta vez económica, por las repercusiones que el incendio pueda tener en el turismo, principal fuente de riqueza de la comarca, junto a la agricultura.
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