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Reportaje:ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de Helsinki

El imperfecto heredero de Moses

Kerron Clement puede ser el perfecto cuatrocentista, pero técnicamente es un desastre

Santiago Segurola

El chico tiene una técnica desastrosa, hasta el punto de convertir cada carrera en una ruleta. Kerron Clement no logra sostener la cadencia perfecta para atacar las vallas durante 400 metros. Comienza bien, con sus 13 pasos, pero luego todo se desmorona. Ahora 14 zancadas, luego 13 en un acto de buena voluntad, después el caos: 16 pasos para el último obstáculo. Clement tiene todos los números para perder, pero su prodigiosa naturaleza le permite salvar los muebles. Tiene una coartada: con 19 años, es inexperto, sin pulir, enfrentado a su primera gran competición profesional. Se trata del sueño de cualquier entrenador, un purasangre sin límites. Clement dispone de todo el equipaje para batir el viejo récord mundial (46,78 segundos) que logró Kevin Young en los Juegos de Barcelona 92. Sólo Young ha bajado de 47 segundos en una disciplina que vivió tiempos gloriosos hace dos décadas, cuando Edwin Moses, André Philips y Harald Schmidt se batían en duelos memorables. La carrera de Young se desvaneció después de Barcelona y desde entonces sólo el dominicano Félix Sánchez ha dado brillo a la prueba. Ahora llega Clement y se abre una incógnita: ¿será capaz de superar sus limitaciones técnicas o se convertirá en un eterno proyecto de campeón?

Por el momento, los 400 metros vallas están bien servidos. Hay una generación de excelentes especialistas que necesitan la presencia de un genio para que la prueba se dispare. Los estadounidenses cuentan con el veterano James Carter, un fajador con mala suerte -dos veces ha terminado en cuarta posición en los Juegos-, y con el diminuto Bershawn Jackson, que sólo mide 1,73, pero pasa sobre las vallas como una centella. A Clement le falta todo lo que Jackson sabe de vallas. O lo que sabe Sánchez, cuyas lesiones le impiden rendir al máximo de revoluciones. O el panameño Bayano Kamani. O el joven surafricano Louis van Zilt. Son atletas muy competentes que aspiran a la victoria en la final de estos Mundiales. Nadie sabe, sin embargo, qué esperar de Clement, cuyo potencial es superior al de todos. En los Campeonatos de Estados Unidos consiguió el mejor tiempo del año (47,24 segundos), la mejor marca mundial en las últimas siete temporadas. Todo eso, después de conquistar los campeonatos universitarios y de batir el récord del mundo de 400 metros lisos en pista cubierta. Está claro que hay material para construir un fenómeno del atletismo.

Si Clement corre sin sus errores habituales, ganará la final. Nadie es más fuerte, ni más rápido. Tiene el aspecto del perfecto cuatrocentista: mide 1,89, es armonioso, con una mezcla perfecta de músculo y elegancia. El problema es que no logra aplicar todas sus cualidades, aunque puede presumir de un palmarés impresionante para su edad. Fue figura juvenil en Estados Unidos, ganó la prueba de 400 metros vallas el pasado año en los Mundiales de Grosseto y su ingreso en el gran circuito ha sido impecable: récords, victorias, salto al profesionalismo.

Aunque Clement representa el futuro de los 400 metros vallas -si es que no elige los 400 lisos-, no será el favorito en la final. Su inventario de desastres en la semifinal fue insuperable. Esa carrera habría eliminado a cualquiera, pero lo más sorprendente es que Clement no tuvo ninguna complicación para entrar en la final. Le preserva el colchón de seguridad que encuentra en sus tremendas condiciones atléticas. Primero, se le apreciaron en Trinidad y Tobago, donde nació. Luego, en Estados Unidos, adonde se trasladó muy pronto. Todo indica que ha nacido una estrella, el todavía imperfecto heredero de Moses.

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