La buena mesa del cinturón

Demasiado cerca. Demasiado lejos. L'Hospitalet de Llobregat, Cornellà, Badalona y Santa Coloma desarrollan su propia identidad gastronómica. El tapeo y la cocina de mercado son dos de las constantes. La cercanía física a Barcelona tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes.

La Fira de Barcelona gestiona un restaurante en el recinto ferial de L'Hospitalet que, bajo el nombre L'Univers Gastronòmic, hace una clara apuesta por la innovación. Desde 2000, el jefe de cocina Jordi Narro y el de sala Jordi Fas se encargan de este establecimiento, que nació para "romper la imagen de la restauración de un recinto ferial", afirman.

En el casco antiguo de L'Hospitalet se encuentra la masía convertida en restaurante Cal Naré. El establecimiento recupera ocasionalmente algún plato típico de L'Hospitalet más tradicional, de aquella época en la que "había cultivos de arroz, alcachofa, brécol y escarola" en los terrenos ahora urbanizados, explica su propietaria, Montse Vázquez. Un par de ejemplos son las alubieas del ganxet con brécol y los buñuelos de higos. Vázquez no niega que la proximidad de Barcelona se ha convertido en un problema para el desarrollo de la actividad de restauración en la ciudad: "La gente piensa en ir a Barcelona antes que en quedarse en L'Hospitalet".

La frase también la suscriben restauradores de Santa Coloma. Can Armengol abrió en 1923 y ya va por la tercera generación con una carta que sigue los productos de temporada. "Santa Coloma crece a partir de los años sesenta. La cocina típica es una fusión de los que vienen de fuera y los de aquí", explica Francesc Armengol. Jordi Navarro regenta el restaurante Isalba, muy cerca de Can Armengol. El cocinero denuncia la escasez de oferta de ocio que sufre Santa Coloma. "Al no haber actividades culturales, la gente toma la opción de desplazarse a Barcelona", lamenta. Navarro reconoce que la cocina que está triunfando es la andaluza. La opinión es compartida por Víctor Quintillà, cocinero de La Lluerna, el restaurante que nació hace cuatro años y que cierra este triángulo gastronómico. "Somos un restaurante pequeño y hemos ido evolucionando a través de la cocina de vanguardia", dice. Hay otros, como Casa Pepe, que opinan que la oferta está muy bien.

Según Toni Falgueres, propietario del Celler de Gelida, en Barcelona, la oferta de ciudades como L'Hospitalet es diferente. "No hace falta trasladarse a Andalucía. En estas ciudades hay locales donde se ofrece este tipo de comida, porque ha habido inmigración y los propietarios conservan sus raíces", explica.

Badalona encontró la fórmula para promocionar con éxito su gastronomía. Cuatro restaurantes, Cayo Largo, Bertran Mar, Neró y Ca l'Arqué, ofrecieron durante unos días de primavera los 50 mejores platos de la cocina romana, como el flan de pimienta y los buñuelos de queso.

Al frente de El 9 Rebost está Paqui. Ella es la cocinera, la camarera y la dueña de este pequeño local del centro de Badalona que ofrece un suculento menú cada mediodía. También en el centro está Ca l'Arqué, uno de los clásicos de la ciudad, con una cocina de mercado y productos de temporada.

La huerta del Baix Llobregat toma protagonismo en Cornellà. La arena del delta es motivo suficiente para que alcachofas, espárragos y otras hortalizas se diferencien de las que se cultivan en el resto del territorio catalán. LaMasia Can Trabal se basa en estos productos para preparar platos tradicionales y mediterráneos. La parrillada de verduras del Parque Agrario y el pollo pota blava de El Prat a la brasa son ejemplos de platos en los que "se nota mucho la diferencia de calidad", afirma el propietario, Ángel Guerrero. En este restaurante pueden saborearse los canelones de la abuela o platos más actuales, como los arroces con marisco. Muy popular en Cornellà es El Bodegón. El cordero, el solomillo y el entrecot son las estrellas del lugar. El pescado fresco de todo tipo y las gambas al ajillo tampoco faltan. En Cornellà, el tapeo es más variado y económico. Un buen ejemplo de ello son los locales del centro, como es el caso de La Luna y El Diamante, en la calle de Buenestar.