Grandes inolvidables
Festival de Barcelona teatralmente comedido por la disminución del número de montajes con respecto a otros años, que no por la magnitud de algunos de ellos. Calidad frente a cantidad parece ser el modelo del nuevo Grec, que ha cambiado de pautas y de nombre. Menos montajes -desigualmente distribuidos pues los más esperados y los mejores se han estrenado en los 10 primeros días-, pero con un alto porcentaje de notoriedad. La grandeza ha definido unos cuantos montajes internacionales que pasarán a la historia teatral de la ciudad y permanecerán en el recuerdo de muchos. Grande, en el sentido más amplio de la palabra, ha sido el montaje de Krystian Lupa al frente del Teatro Stary de Cracovia, Els germans Karamazov, y no sólo por su larga duración, sino por su belleza y su intensidad. Grande y mágico ha sido el espectáculo multidisciplinar Eraritjaritjaka: una lección maestra a cargo del alquimista escénico Heiner Goebbels de cómo hacer llegar al público unos textos y una música -montaje que podría compararse con otro de producción nacional que intenta lo mismo pero a palo seco, y me refiero al fallido El pianista, de Xavier Albertí-. Imaginativo, subversivo, divertido e inteligente, el extraordinario montaje de Christoph Marthaler, Els 10 manaments. Y en otro ámbito, el del circo, otro espectáculo grande: La cucina dell'arte, de David & Danny Ronaldo, en la que los números circenses se imbrican perfectamente en una historia redonda, espléndidamente construida.
De los espectáculos nacionales, y a falta del que se estrena este sábado (Fi de partida, de Beckett, dirigido por Rosa Novell), hay que destacar uno que, si no llega a grande, sí merece el calificativo de notable: la atractiva puesta en escena de Carlota Subirós del texto de Ödön von Horváth Amor Fe Esperança: el escenario de la sala Maria Aurèlia Capmany del Mercat de les Flors aprovechado al cien por cien.
Notable también es la versión teatral catalana de la película de Thomas Vinterberg Festen, un buen trabajo de adaptación escénica de Pablo Ley como dramaturgo y Josep Galindo como director. Interesantes han sido asimismo los dos textos de nueva autoría nacional: el poético y turbador Animales nocturnos de Juan Mayorga, por el salto a una realidad figurada, y La pell en flames, de Guillem Clua, aunque éste se haya servido de piruetas argumentales un tanto forzadas.
Sin llegar a cumplir las expectativas anunciadas y diría que con una acogida inferiro a la prevista, el Festival Inn Motion, armado por Simona Levi y Xavi Marx, ha presentado en el CCCB una serie de propuestas curiosas y comprometidas, algunas interesantes, otras irregulares, de entre las que ha sobresalido la que ya se adivinaba como el plato fuerte, el Bassibus, del polifacético Leo Bassi.
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