Badalona ya mira al mar
El nuevo puerto y las playas recuperadas proyectan la ciudad hacia el Mediterráneo
"¡Qué bonita es Badalona!/ en invierno y en verano,/ con mantilla y barretina,/ a la sombra y al solano,/ ¡qué bonita es Badalona!...", cantaba Serrat hace casi 30 años a una ciudad que, a pesar de los pesares, del tiempo y la acción del hombre, todavía conserva en excelente uso un centro antiguo menestral. A diferencia de otras ciudades metropolitanas, Badalona acumula ya dos milenios de historia. Es la heredera de la Baetulo fundada por los romanos 100 años antes de que Cristo naciera. Restos de mosaicos, casas, calles y termas romanas dan fe de su recorrido por el tiempo y las épocas.
Otra diferencia con sus vecinos metropolitanos radica en que la tercera ciudad de Cataluña (220.000 habitantes) conserva un elemento no tan antiguo, pero que ha contribuido a mantener y reforzar su personalidad, y en consecuencia, a que ésta no quede diluida en el magma impersonal de la gran Barcelona. Este elemento es el Joventut, la popular Penya.
La modernidad que supuso la primera vía férrea española fue, sin embargo, un freno para el desarrollo urbanístico marinero
La canción de Serrat contribuyó en su día a mantener la moral y la autoestima alta, pero el baloncesto ha servido para que los ciudadanos de Badalona tengan su hecho diferencial al que agarrarse y, por tanto, conciencia de ciudad, tarea difícil cuando se está a menos de 10 kilómetros del centro de Barcelona.
Dos mil años después de la llegada de los romanos a sus playas, la ciudad se plantea recuperar su papel histórico de rótula de conexión viaria del Barcelonès norte con el Vallès Oriental, mediante la construcción de un túnel a través de la Conreria, y con el Maresme mediante la potenciación de un corredor hacia Mataró a través de un mar próximo.A Badalona le ha pasado lo que a Barcelona, que ha vivido demasiado tiempo de espaldas al mar y ahora, cuando ha resuelto los problemas básicos -sus barrios ya tienen iluminación, aceras, escuelas y centros sanitarios, aunque algunos arrastran problemas sociales endémicos-, puede detenerse a pensar cómo afrontar su futuro y qué hacer para romper las barreras que les separan del Mediterráneo.
Pese a sus cinco kilómetros de costa, Badalona no ha tenido en cuenta el mar para casi nada. Históricamente, por el miedo a las incursiones piratas, fenómeno similar al que padecían las vecinas poblaciones del Maresme, que tienen un núcleo interior y otro marinero. A mediados del siglo XIX, cuando la ciudad se desplaza desde las estribaciones de la sierra Litoral hacia la playa, hacia el barrio de pescadores, este descenso a la búsqueda de su personalidad marina se topa con un signo formidable de modernidad: la vía del tren, el primero que se construyó en España, el que en 1848 unió Mataró con Barcelona. La vía férrea, cuyo trazado actual el mismo de hace más de 155 años, ocupaba la primera línea de mar hipotecando planes de desarrollo urbanístico marinero, entonces impensables, pero que hoy empiezan a ser realidad con la recentísima inauguración de un controvertido puerto canal que lleva aparejada una potente operación inmobiliaria. Algunos vecinos piensan que primero había que haber arreglado los numerosos problemas de los barrios y después construir el puerto.
Con el tiempo, el espacio que quedaba libre entre la vía y el mar fue ocupado casi en su total extensión por una serie de fábricas que, hasta hace pocos años, reforzaron el efecto barrera de la vía e impidieron la visión directa y el goce del mar. Pero todo eso ya es historia: las fábricas instaladas en primera línea de mar, con la notable excepción de la emblemática instalación modernista de Anís del Mono -otro de los signos entrañables de la identidad de Badalona-, han sido derruidas, con lo que ya es posible la visión y el acceso directo a las playas.
Badalona son varias Badalonas: La del centro histórico, la Badalona de toda la vida, con calles estrechas, la de los pequeños comercios de siempre, que ven con preocupación su futuro por la creación de un gran centro comercial en el que participa el Club de Bàsquet Joventut, y la Badalona de los barrios, la que acogió la inmigración de las décadas de 1960 y 1970, y a los barraquistas de Barcelona, y que ahora tiene que hacer sitio a la nueva oleada de inmigrantes, esta vez extracomunitarios.
Hay una tercera ciudad, la industrial. Porcentualmente, el peso de la industria en Badalona es mayor que en Sabadell, Mataró y la propia Barcelona, y alcanza el 31% de la producción. Y habría una cuarta ciudad en ciernes: la que conformaría una incipiente colonia china que ha empezado a instalarse en algunas naves del polígono Montigalà y a alquilar almacenes en una zona junto al río Besòs.
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