_
_
_
_
Crítica:FERIA DE SANTANDER | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La terna no pudo con la casta

No mandó Victorino un encierro como para tirar cohetes. Tampoco le hizo falta. Con tres ejemplares en el tipo de la casa y otros tantos terciados y de menos prestaciones, fueron suficientes. Escasos de presencia, dieron un juego desigual, pero no defraudó en los tendidos. Los actuantes anduvieron de cabeza. Sólo El Boni y dos más se libraron del sobresalto. Y que los toritos de Victorino sólo sacaron los problemas inherentes a la casta. Tan poca cosa sirvió para que cuadrillas curtidas en estas lides perdieran los papeles. Los problemas de raza se complicaron por la desastrosa lidia que recibieron, llegando algunos de ellos resabiados al último tercio.

Para estos festejos se cuenta siempre con la experiencia del director de lidia. A él le corresponde el necesario orden y el oportuno consejo.

Martín / Puerto, Valverde, Bolívar

Toros de Victorino Martín, justos de presentación, encastados y manejables. Víctor Puerto: estocada desprendida (ovación y saludos); estocada trasera (dos orejas). Alejandro Valverde: pinchazo, estocada (oreja); tres pinchazos -aviso-, estocada (palmas). Luis Bolívar: estocada caída (palmas); estocada (oreja). Plaza de Santander. 30 de julio, 10ª de feria. Lleno.

Víctor Puerto, tras agradecer la confianza en él depositada, declaró no estar preparado para estos menesteres. Cierto, el diestro no pareció estar en lo que se celebraba. Para domeñar a su primero precisó que se le estrellaran tres veces contra el burladero. Visto que ni por esas salía capotazo lucido, dio orden de llevarlo al caballo. Seis ayudantes se precesaron para la maniobra. Sobrevenido a la tierra cuando el mozo le dio la montera, no encontró manera de meter mano a lo que se le venía encima, a nada que moviera la muleta. Obligado por contrato, se tiró el tiempo reglamentario entre trapazos, desarmes y desplantes de amplia sonrisa. Le tocó por segundo el mejor toro de la tarde. No lo vio, se lo dijeron. Quiso y no supo. Lleno de dudas, todo lo que intentó, cuando no salió enganchado, quedó vulgar. Mediado el acto, había perdido los papeles. La inspiración divina le visitó y cambió el toreo por el encimismo ventajista trazando pases galeristas como invertido, por alto, molinetes... Todo aquello que entusiasma a las legiones de aplaudidores, entre los que se encuentra el señor presidente. Que, loco con la actuación, no hizo más que ver algunas pocas almohadillas, largó para gloria de la plaza dos orejas. En esta plaza, como en tantas, las almohadillas son color blanco triunfal. Pudiendo ponerlas verdes, que es un color más sufrido, no se entiende la decisión. Otro toro con importancia que se va sin torear.

Alejandro Valverde se vino del hotel con el chip confundido. Su colocación, fuera de cacho y su muleta retrasada, no cuadraban con el encaste a lidiar. Ya con el capote y por amontonamiento se vio en la necesidad de perder pasos. Con la muleta, y por la misma circunstancia, perdió kilómetro y medio. Un puro sobresalto toda la faena. En el segundo, más de lo mismo. El mismo chip, las mismas maneras y los mismos apuros.

A Luis Bolívar, nuevo en plaza, se le esperaba con curiosidad. Su primero recibió una lidia desastrosa, a pesar de los intentos de El Boni por poner orden. Aunque parezca increíbe, no llegó descompuesto al último tercio. El joven artista, muleta a la cadera y encimista, acabó con las expectativas creadas en los tendidos. A gritos pedía distancia aquel animal. El que cerró festejo y feria salió enrrabietado. Ofreció muleta adelantada, dio distancia, consiguiendo con ello algunas series entonadas, y entre ellas algún pase de calidad. Adornos y desplantes dejaron lista la faena, que estuvo por debajo de las condiciones del oponente.

Al final, el aficionado encontró la causa a la que aferrarse. Los dos festejos toristas programados para la champa final del ciclo han servido para recuperar el carácter y la esencia de un festejo taurino: la emoción. El interesantísimo encierro de Cebada Gago y el más escurrido, pero siempre listo, de Santa Coloma, dejaron ante la parroquia un gratísimo sabor.

El diestro Víctor Puerto sale a hombros por la puerta grande.
El diestro Víctor Puerto sale a hombros por la puerta grande.EFE
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_