No a la tala de árboles

Protesto contra la tala de árboles que se está realizando en Madrid de manera repetida, continua, desoladora, insensible, indiscriminada, cruel y a traición. Eso está convirtiendo a la ciudad en un lugar lleno de cemento, inhóspito, desagradable para vivir y cada vez más contaminado.

Hablo de la tala de más de 10.000 metros cuadrados en el parque situado en plaza Elíptica, sin ninguna información previa en la vía pública, con vallas metálicas forradas de malla tupida para que la gente no vea la dimensión irreparable del daño; pero podría hablar de cualquier parque o masa arbórea de las que están siendo masacradas: parque de la Arganzuela, paseo de la Virgen del Puerto, parque Tierno Galván, M-50...

Madrid puede que necesite obras de mejora y en pro del progreso, pero ¿el fin justifica los medios y las formas una vez más en la historia del hombre? Pensemos en los 40 años que tardaron en crecer esos maravillosos árboles de 10, 15, 20 metros de altura que entonces, y más ahora, nos daban cobijo, frescor, aire purificado.

Eran el pulmón de todos nosotros y, en especial, de nuestros ancianos y, sobre todo, de nuestros niños; la agradable sombra y el aire limpio de humos y ruidos para nuestros paseos, juegos, deportes y lecturas; el lugar donde las preocupaciones, estrés y jornadas agotadoras de trabajo en una ciudad de cuatro millones, llena de asfalto caliente, tremendo tráfico y peor contaminación, se diluían. Y entonces, por fin, cobraba forma de nuevo la posibilidad de sentirnos relajados y, en definitiva, sentirnos algo más humanos. Respondamos con un no rotundo a esta mezquindad y atropello.