El adiós
Querido Lance:
Después de muchas vueltas de rueda me he decidido a escribirte esta carta a modo de despedida. Aún me resisto a pensar que algo como lo nuestro pueda acabar así, con tal precipitación, hoy contigo y mañana sin ti. Tú así lo has decidido y sé que te guías por poderosas razones, pero tienes que comprenderme y compartir mi dolor. Desde aquel triste día en que me anunciaste que éste sería el momento he tratado de hacerme fuerte para soportarlo. Y aunque los momentos más felices de mi vida los he pasado siempre a tu lado, he disfrutado de estos últimos con la misma ilusión que la primera vez y quizá sean éstos los que más recuerde en un futuro. ¿Te acuerdas de aquel día? Seguro que sí. Saber que el final estaba tan cerca ha sido el mejor estímulo para mi memoria, y ahora siento lo mismo.
Ahora mismo me veo como si fuese una ola que te ha portado desde la inmensidad del océano hasta tierra firme. Me fui haciendo fuerte contigo conforme me acercaba al final. Empecé siendo una leve corriente extraviada que no tenía muy claro su destino y terminé siendo una ola temible dirigida con obstinación a donde tú me ordenabas. La ola por fin ha roto. Tú estás en tierra firme y de mí sólo queda una etérea espuma que se irá desvaneciendo en un suspiro. Mi ciclo ha terminado. Luego vendrán más olas, y más y más. Todas iguales, todas diferentes.
No puedo evitar pensar que nunca fui la única, pero he estado contigo hasta el final. Sé que en los momentos complicados no tenías suficiente conmigo y tenías que confiar en otras. Cuando llegaban las montañas o cuando luchabas contra el tiempo. Si te soy sincera, nunca las envidié. Ellas estaban ahí para cubrir una necesidad, un deseo puntual, mientras que lo nuestro era un amor incondicional que estaba soldado por el tiempo.
Sabes de sobra que yo te he sido fiel hasta el final y que siempre te estaré esperando si en algún momento das vuelta atrás a tu decisión. Sé que eres consecuente con tus acciones y que ese momento nunca llegará, pero para mí es un modo de mantener viva la llama y alimentar mi esperanza. Suerte en tu nueva vida lejos de mí. Y no te olvides, siempre nos quedará París.
Siempre tuya. Tu bicicleta.
Pedro Horrillo es corredor del Rabobank.
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