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Reportaje:FÚTBOL | Gira pretemporada

Contradicciones madridistas

El público de Chicago aclama a Figo por encima de todas las estrellas

Diego Torres

"¡Grande Figo!", gritó el chicano. "¡Figo, I love you!", proclamó una joven caucásica. "¡I love you!", confirmó otra, de origen chino, sentada a su lado. Entre la multitud de 4.000 hinchas estadounidenses, donde estaban representadas todas las etnias que conviven en la Unión, la estrella más invocada fue el portugués. Un hombre que el Real Madrid llegó a erigir en estandarte y que ahora quiere vender pero no puede. Un jugador que se quiere ir, pero no le dejan. Si el negocio del fútbol es raro, el Madrid es su expresión más pura. Para confirmarlo, ayer el club reconoció oficialmente que negocia la incorporación de Fernando Hierro. Hace dos años, el presidente Florentino Pérez prescindió de los servicios de Hierro por considerarlo un estorbo en las relaciones entre la directiva y la plantilla. Ahora, esa directiva lo intenta contratar para que ejerza de eje entre el vestuario y los despachos. Algo debe haber cambiado en lo más profundo de la directiva desde mayo de 2003. O algo habrá cambiado en Hierro.

"Estamos negociando, pero no hay nada cerrado", dijo un portavoz del Madrid preguntado por Hierro, el viernes por la noche en Chicago. Mientras viaja por el mundo (hoy estará en Santa Mónica, Los Angeles,tras jugar con el Chivas mexicano anoche) el Madrid ata y desata cabos en pleno ejercicio de conformación del futuro. Mientras, los jugadores saltan de ciudad en ciudad, algunos con cara de dormidos, otros sobreexcitados. Se entrenan mal sin excepción, y juegan amistosos que, como reconoció un miembro del equipo técnico, no sirven de gran cosa a efectos futbolísticos.

Entre medias hay actos promocionales: firma de autógrafos en tiendas, paseos en barco por el lago Michigan, lanzamientos de saques de honor en partidos de béisbol (Raúl se estrenó como pitcher) o visitas al alcalde de turno. El viernes le tocó al regidor de Chicago, señor Richard M. Daley, hijo de un alcalde que llevó las riendas de la ciudad 20 años, según le dijo a Pitina, esposa de Florentino Pérez.

En el salón de actos del Ayuntamiento, Richard Daley dio síntomas de inquietud cuando detectó que, mientras posaba para la foto con el equipo, algunos jugadores, detrás suyo, le tomaban el pelo haciendo gestos con las manos, ruiditos, y risitas. Ronaldo, a su lado, miraba a las cámaras, sonreía, y le daba sonoros espaldarazos. Una, dos, tres, cuatro, cinco espaldarazos. Hasta que Daley, que no tenía una idea muy exacta de quién o qué era el Madrid, dio por terminado el acto y dijo adiós, nervioso. Luxemburgo, el técnico madridista, habría presenciado la escena frontalmente con el gesto torcido por el embarazo. "Ronaldo está loco", musitó.

Por la tarde los jugadores se entrenaron en el Soldiers Field, mítico estadio de los Chicago Bears. Fue otro acto promocional, con una multitud saludando a los madridistas. Resultó curioso. La mayoría se dedicaron a seguir a Casillas, Guti o Figo, éstos dos últimos que no entran en los planes más grandiosos del club, o al menos eso parece. A Beckham sólo lo recordaron una vez mientras corría por la hierba. "¿Dónde está Victoria, David?", inquirió el chicano socarrón.

En el entrenamiento, Luxemburgo dio muestras de sus dudas. El técnico se encuentra en proceso de reflexión. De momento, no sabe dónde colocará a algunos jugadores. Al recién fichado Diogo lo pondrá en el banquillo, o mandará al banquillo a Salgado, porque, dijo, sólo lo considera un lateral. Esto contradice la versión de la directiva que sitúa a Diogo en la zona ancha también. En cuanto a Pablo García, el entrenador le dio el peto de los suplentes. Al parecer, Luxemburgo no piensa en el uruguayo como la piedra fundamental del nuevo proyecto.

Los jugadores del equipo de fútbol local, el Chicago Fire, se congregaron a las puertas del vestuario del Madrid (el suyo), con cámaras y bolígrafos en mano. Allí estaba Leonard Griffin, detrás de la valla, esperando a Roberto Carlos. Cuando el brasileño le firmó un autógrafo en la camiseta, Griffin, que no gana más de 40.000 dólares al año, profirió un sonoro grito vaquero: "¡yahhoooooo!".

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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